Miguel Gamazo Pelaz falleció ayer, a las 17.20 horas, a los 86 años de edad, alejado de la vida social y cultural, que tanto amaba, en los últimos años, cuando su salud comenzó a resentirse y prefirió vivir con más discreción de la que siempre le carecterizó. El abogado, intelectual, poeta, era un profundo conocedor de las artes plásticas, abandonó ese retiro empujado por sus amigos, los artistas Antonio Pedrero, Tomás Crespo y Ángel Luis Esteban el 23 de enero de 2017. Y lo hizo para participar en el homenaje-exposición que le organizaron en el Museo Etnográfico. Allí, los zamoranos pudieron escucharle públicamente por última vez, tímido, prudente y humilde, como él era, sobrepasado por el enorme poder de convocatoria que tuvo en el salón de actos del Museo, que se quedó pequeño para albergar a tantos amigos y admiradores. "No quería el homenaje, le horrorizaban estas cosas, ahora, pasado el tiempo, me alegro enormemente de haberlo sacado adelante" con el resto de sus amigos, explicaba el presidente del Florián de Ocampo, Pedro García.

Se ha ido el poliédrico Miguel Gamazo, inspector de Trabajo de profesión y gran experto en arte contemporáneo y literatura por vocación, pasiones que le llevaron a crear la Bienal de Pintura Ciudad de Zamora siendo alcalde de la capital en el periodo 1971-1977, durante su primer año de mandato, así como la Bienal de Poesía precursora del premio Claudio Rodríguez. Quizás no muchos saben de su faceta como escritor, como poeta, de versos de los que el lector se queda prendido, capaces de transportarle al mundo imaginario y sensible de Gamazo, delicado y nostálgico, a veces. Desde su Instituto de Estudios Zamoranos (IEZ) Florián de Ocampo, del que fue socio fundador y vicepresidente durante 17 años, Gamazo impulsó la investigación sobre la provincia, contribuyó a proyectos como la edición facsímil de "Alianza y Condena", emblemática.

Zamora le debe la Feria de la Cerámica, el Festival de Flamenco y el auge que se le dio a las Ferias y Fiestas de San Pedro durante su mandato al frente del Consistorio zamorano, una apuesta que le quiso ganar la partida a las Ferias de Septiembre. Y lo logró, creó una comisión de fiestas en la que tuvo mucho que ver el concejal de este área, el historiador y con los años cronista de la ciudad Herminio Ramos. Gamazo, un gran erudito capaz de dar una lección de arte con cuatro pinceladas, sin excesos ni jactancias, fue un auténtico referente para los artistas de aquellas postrimerías del franquismo y comienzos de la democracia, ya que, cuando la situación económica era de penuria, se arriesgó y apostó por la cultura, "generando un ambiente en Zamora que quizás sea irrepetible", apunta su amigo íntimo, casi alumno, Pedro García, con quien compartió los últimos cuatro años de su vicepreisencia en el Instituto, al que siempre ha estado estrechamente unido.

Familiares y amigos podrán dar hoy su último adiós al insigne zamorano a las 20.00 horas, en la iglesia parroquial de San Vicente Mártir, tras velarle en el tanatorio de la Soledad, donde se ha instalado la capilla ardiente.

En la retina de la ciudad, quedará la imagen de aquel hombre pequeño en estatura y grande en valores, que caminaba con su abrigo azul en invierno, dispuesto siempre a saludar con algo más que un "hasta luego", tímido pero gran conversador, de esos que siempre tienen sabiduría que regalar, sin dejarse notar, como si estuviera hablando de cuestiones triviales y por todos conocidas, siempre disertando de tú a tú, aunque su bagaje cultural te diera mil revolcones.

Se ha ido un zamorano ilustre, título que ganó a base de trabajo, con "su mente abierta, su cultura, era cultísimo, siempre abierto a cualquier colaboración, viniera de donde viniera", subraya con admiración Pedro García, que destierra la imagen de taciturno que algunos le colocaron, "era un gran poeta, tenía esa cultura y sensibilidad especial sobradamente para serlo". Agradecido por haberle conocido y disfrutado, se queda, "por encima de todo, con su amistad".