En abril de este año, y después de que se filtrase un vídeo en el que, supuestamente, aparecía robando dos cremas rejuvenecedoras, Cristina Cifuentes dimitió como presidenta de la Comunidad de Madrid. Era el fin de un proceso de desprestigio de su figura iniciado unas semanas antes con la publicación de unas presuntas irregularidades en la obtención de su Máster sobre Derecho Autonómico en la Universidad Rey Juan Carlos.

Tras ella, varios políticos de primera línea han visto manchada su figura por culpa de las incógnitas acerca de la limpieza de sus títulos académicos. Las dudas se han cernido sobre el responsable del Partido Popular, Pablo Casado; sobre el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; e incluso, en las últimas horas, sobre el líder de Ciudadanos, Albert Rivera. Peor le fue a Carmen Montón, la ya exministra de Sanidad, obligada a dimitir esta misma semana por culpa de unas presuntas irregularidades en un Máster que también cursó en la Universidad Rey Juan Carlos.

Toda esta serie de casos mediáticos, utilizados como arma arrojadiza, han llevado el asunto de la veracidad de los títulos académicos al centro del tablero político. Este hecho ha servido, a su vez, para generar un debate público que pone en cuestión los currículos de los personajes públicos y también el prestigio de las universidades.

Dentro de esta polémica, algunos zamoranos con expedientes académicos intachables han podido seguir el caso con el conocimiento de causa que les da haber pasado por las distintas etapas formativas de manera brillante. Es el caso de Ana Payo que, casi a la vez que se anunciaba la dimisión de la ministra Montón, conocía que su tesis sobre los efectos de la variabilidad ambiental y las perturbaciones en la dinámica de poblaciones de las aves marinas había obtenido el Premio Extraordinario de la Universidad de Barcelona.

Desde Aberdeen, donde trabaja en su postdoctorado sobre ecología teórica, Payo señalaba que, en España, existe "titulitis" y también algunas "dinámicas de caciquismo" en las universidades que fomentan cierto tipo de comportamientos: "Los títulos obtenidos sin cumplir los requisitos exigidos deberían ser retirados. En el caso de los políticos, si no eres honrado con esto, es difícil que lo seas en la gestión de lo público", explica la científica.

Por su parte, Violeta García, doctora "cum laude" en bioquímica y biología molecular y Premio Extraordinario por su tesis, incide en que, "en las universidades, no regalan nada", en lo que a la gente de a pie se refiere: "Nunca he vivido un caso de manipulación de cerca y no creo que sea algo extendido", añade, aunque reconoce que toda la tormenta mediática supone "una publicidad terrible" y que "deja mal el trabajo de muchísima gente".

En su caso, Rubén del Campo está siguiendo los asuntos políticos desde la distancia que le da residir en Dinamarca, donde se dedica a aplicar los conocimientos adquiridos en el doctorado en Ciencia e Ingeniería de Materiales: "Los esfuerzos que me supuso estudiar son mas bien pocos, porque sarna con gusto no pica, pero te puedes imaginar que es mucho tiempo de laboratorio, clases, biblioteca y, en las últimas etapas, despacho", recuerda, poniendo en valor todo su esfuerzo.

En la fase final de este proceso se encuentra Javier Alcina, que el día 24 defiende su tesis sobre exhibición cinematográfica en Zamora: "Con todo esto, estoy ofendido e indignado. Bajo mi punto de vista, hay un problema de politización en las universidades y falta equidad", concluye el docente, a punto de obtener otro título sin trampa ni cartón.