Han pasado ya 100 años de aquel 12 de septiembre de 1918, fecha en la que nació Evarista Martín García en Cabañas de Sayago. Hija de una familia de agricultores y ganaderos, dedicó sus primeros años de vida a echar una mano en las labores del campo y tareas del hogar. Más tarde, en sus años mozos, emigró a la ciudad para ganarse las perras sirviendo en una casa, fregando y planchando. En definitiva, "trabajando para ganarse un cacho pan", tal y como ella misma señala en un ejercicio de memoria. De vuelta al pueblo, contrajo matrimonio y tuvo nueve hijos, algunos de ellos presentes ayer en la celebración de su centenario cumpleaños.

Arropada por sus familiares, compañeras y personal del centro asistencial El Niño Jesús de la capital, Evarista recibió el cariño de sus allegados en una fiesta en la que no faltó la música, el dulce y los regalos. La centenaria sayaguesa fue obsequiada por parte de sus parientes con varios ramos de flores que pusieron color a una emotiva jornada. Es una de las últimas en llegar a la residencia y su estado de salud es envidiable. Al margen de su sordera y de su tensión ocular, a sus 100 años no precisa de medicación. "Es una persona muy buena, luchadora y encantadora aunque ahora es cierto que le ha cambiado el carácter", cuenta su hija Josefa (Pepi). Pensando que la publicación de esta pequeña reseña en el diario conlleva un coste, Evarista nos espeta: "¡Que no tengo ni un real!".