Otros viajeros como Adrián Amoedo mostraban su asombro ante un servicio que, según sus palabras, "nunca deja de superarse". Él también se vio obligado a subir a un tren a oscuras en Medina: "Una señora casi se escoña subiendo porque la rampa para acceder no está desplegada", denunciaba. Conforme al relato de este periodista vigués, la información que poseían los usuarios durante la interminable jornada se limitaba al sucinto mensaje publicado en la cuenta de Adif y a la del responsable que lamentó el "fastidio" de día que estaban viviendo. "Tras casi dos horas en Medina, el tren arranca. Aplausos entre los pasajeros, la máquina expendedora vacía (a 1,5 euros todo) y la gente preguntándose qué hacer en Madrid al llegar, ya que el metro estará cerrado y no habrá taxis para todos", reparaba. "La vida es eso que pasa entre reclamación y reclamación a Renfe".