La desaparición de su compañera sentimental, que denunció ante la Guardia Civil, guardaba una larga historia, de años, de maltrato y vejaciones. El hombre fue detenido por violencia de género tan solo un día después de haber acudido al cuartel de una localidad zamorana para comunicar que su pareja no había vuelto a casa y para pedir a los agentes que buscaran a su mujer, según ha podido saber La Opinión-El Correo de Zamora.

Las secuelas de la última paliza sufrida, aún visibles en el cuerpo de la mujer casi tres semanas después de sufrirla, son la prueba más incontestable de que no desapareció involuntariamente, sino que huyó de quien ha sido su maltratador desde que iniciaron la relación, de acuerdo con su denuncia. Una violencia machista ejercida verbal, psicológica y físicamente durante el tiempo de convivencia, como es habitual en los casos de terrorismo machista, combinación perfecta para anular y someter a la víctima, táctica del maltratador constatable en todos casos de violencia de género.

El juez que ha iniciado la instrucción decretó, tras escuchar el testimonio de la mujer y del acusado, una orden de alejamiento que le impide aproximarse a ella a menos de 200 metros. Sin embargo, el terror de la mujer es tal que ha buscado refugio en otra provincia para evitar que el hombre pueda localizarla o contactar con ella, según los datos a los que ha tenido acceso La Opinión-El Correo de Zamora.

La mujer ha tenido que dejar su trabajo en la localidad zamorana en la que la pareja, sin hijos, se había asentado hacía un año aproximadamente, y está decidida a no volver al domicilio conyugal para ponerse a salvo del hombre con el que mantenía una relación sentimental de varios años.

El denunciado mostró su sorpresa cuando la Guardia Civil contactó con él no para darle noticias sobre el paradero de su compañera, sino para proceder a detenerle tras la denuncia efectuada por su mujer. En su declaración, negó haber golpeado a la presunta víctima semanas atrás, ni en ninguna otra ocasión, testimonio que contrastó con las evidencias de las lesiones que mostró la denunciante como consecuencia de la paliza que le propinó antes de que ella se decidiera a abandonar el domicilio que compartían e, incluso, la provincia de Zamora, para que su excompañero sentimental no pueda volver a encontrarla. El acusado describió una relación normal de pareja, muy alejada del relato de la denunciante que sirvió al fiscal como prueba, junto a las lesiones mostradas, para considerar que se había producido la agresión física descrita por la mujer, que se mostraba aterrada y nerviosa ante la sola posibilidad de encontrarse con su ya expareja en las dependencias judiciales, donde ambos prestaron declaración ante el juez.

El fiscal solicitó la medida cautelar de alejamiento para garantizar la protección y seguridad de la mujer, a la que se le proporcionará protección para impedir cualquier aproximación o comunicación de su presunto maltratador hasta que se celebre el juicio en el Juzgado de lo Penal y se dicte sentencia. El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción deberá ahora investigar los hechos y recabar más pruebas antes de decidir si hay indicios suficientes para imputar al acusado un delito de violencia de género.

El Juzgado de Violencia de Género y los de Primera Instancia e Instrucción recibieron 328 denuncias por maltrato el año pasado, un número que confirmaba un descenso de estos casos que en este primer trimestre de 2018 se situó en el 22,9% respecto del mismo periodo de 2017, según los datos del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Castilla y León. Los juzgados de la provincia tramitaron 68 denuncias de forma directa de enero a marzo de este año, frente a los 87 que recibieron en el mismo periodo de 2017.