Mientras las instituciones continúan dando pequeños pasos para dar cumplimiento a la actual Ley de Memoria Histórica, los viandantes que pasean cada domingo por la plaza de Viriato siguen dirigiendo sus miradas al busto de latón de Francisco Franco expuesto en el rastro dominical de antigüedades.

Ramón, el propietario de la singular escultura, lo exhibe cada domingo junto a las demás reliquias de su puesto, como un marcador a fuego de ganado o un brasero calientacamas de los de antaño. Reconoce que la cabeza del dictador eclipsa todas las miradas, es el más señalado y también el más fotografiado, de ahí que se haya planteado cobrar un euro por cada instantánea.

Pese a su fama, por el momento el coleccionista no ha encontrado comprador para la cabeza de Franco, que sigue descansando sobre su pequeña peana a la espera de que algún interesado pague los 550 euros que cuesta.