El "camino" de León va llegando a su fin. Ya pasó el tiempo de hablar de los avatares vitales del poeta. Y llega el momento de hablar de su producción poética, de sus influencias. El capítulo cuarto de "León Felipe: ¿Quién soy yo?" está, precisamente, dedicado a esta tarea. "En búsqueda de la luz" se titula el espacio que habla del ideal poético de Felipe Camino, de su tarea fundamental como traductor y de quién le influyó. Y lo hace, como en el conjunto de la muestra, a través de obras de arte, fotografías y manuscritos.

El título del capítulo responde "al ideal de la conquista de la luz como un camino de perfeccionamiento", justifica Alberto Martín, comisario de la muestra. León Felipe "navega" por ese "mar de lágrimas" que es la vida, hasta llegar a la otra orilla, donde, en efecto, se encuentra la luz. Y en este espacio el visitante sabrá por qué Felipe Camino es un creador "inclasificable". Se lo recordará una espléndida fotografía de Isabel Steva "Colita", un retrato de Max Aub, quien dijo aquello de que León Felipe es "en sí mismo, una generación aparte". Un personaje "anacrónico y desentonado", complejo y, al mismo tiempo, contradictorio.

Una espléndida fotografía de León tomada por Walter Reuter da la bienvenida al visitante en esta área, para conducirlo por los poetas a los que tradujo, o los que fueron importantes para él. Entre los primeros, Walt Whitman, Emily Dickinson, Oscar Wilde o T. S. Elliot. En el segundo grupo, la presencia de Miguel de Unamuno, a través de un dibujo cedido por la Casa Museo del autor en Salamanca. Se trata de "Don Quijote crucificado", un esbozo firmado por el propio escritor que trata el mito del personaje cervantino. Aquel Quijote que volvió a escena para simbolizar la caída de España en 1898, con la pérdida de las últimas colonias: Cuba y Filipinas.

Y en el centro, un pedestal sostiene la pesada escultura realizada por Victorio Macho, prestada por la Real Fundación de Toledo.

Mejor en barro

Mejor en barro

Restaurada para la muestra, se trata del busco que Macho, exiliado como León, realizó en Lima, tiempo después del encuentro mantenido cuando Felipe realizaba una de sus giras como conferenciante. "Le gustaba especialmente el boceto realizado en barro, porque, según él, se trataba de un material muy cercano al hombre", relata el comisario. De hecho, aquel original se fundió en bronce tiempo después y León mostró su disgusto por el acabado. "Bienaventurado tú, poeta convertido en piedra para no ver ni sentir el caos de nuestros días. Que mañana una aurora de libertad traiga luz a tus ojos homéricos. Entretanto sé feliz con tu ceguedad. Victorio Macho. Lima, 1946", reza la inscripción sobre el busto de piedra que preside esta parte de la exposición. La oscuridad y la luz, siempre, rescatando el inmortal mito platónico de la caverna.

En las vitrinas, manuscritos y volúmenes que prueban su carrera como poeta y traductor. Entre ellas, la versión de Hamlet escrita por el zamorano, como era habitual, en tinta verde. Y todo bajo la luz de los focos, la "luz" de León Felipe.