Los mayores que residen en ciudades medianas son los que sufren mayor vulnerabilidad residencial en España. Esta es la principal conclusión del estudio Envejecer en casa. ¿Mejor en el pueblo o en la ciudad?, publicado por el Observatorio Social de La Caixa. En este estudio, Irene Lebrusán, doctora en Sociología, analiza las diferencias entre envejecer en un pueblo pequeño o en una macrociudad, a efectos de calidad de la vivienda. Curiosamente son los extremos, es decir, vivir en un pueblo pequeño o en una gran ciudad, son las situaciones que ofrecen una mayor protección a las personas mayores. "Por un lado, las ciudades de gran tamaño se han visto beneficiadas por medidas de control y recursos públicos para luchar contra la infravivienda, mientras que los municipios rurales más pequeños se valen de un mayor rango de formas solidarias de acceso a la vivienda y de un ahorro en los precios de los terrenos que redunda en una mejor calidad de las construcciones".

Concretamente, el informe apunta que el 20,1 % de las personas mayores de 65 años en España reside en viviendas que sufren vulnerabilidad residencial extrema, un porcentaje más elevado en las ciudades de entre 10.000 y 100.000 habitantes, pudiendo alcanzar el 23,5 % del total de la población mayor en aquellos municipios de entre 20.000 y 50.000 habitantes.

En Zamora serían aproximadamente 24.000 los hogares compuestos por personas mayores de los cuales casi 1.700 estarían integrados en un edificio con deficiencias, malo o incluso en estado ruinoso, según se desprende de los datos del último censo de población y viviendas.

Además del estado de la vivienda la autora del estudio ha tenido en cuenta otros factores para explicar la vulnerabilidad residencial extrema, que surge de la acumulación de problemas en una vivienda, que va mermando la calidad de vida de quienes residen en ella.

Los problemas más frecuentes, en tanto en cuanto inciden sobre un mayor número de personas mayores, son los de accesibilidad, la falta de calefacción o de aparatos para calentar su vivienda, el hecho de vivir en un edificio de más de tres plantas sin ascensor y por último el hacinamiento.

Otra carencia detectada es la falta de acceso a agua corriente, un problema grave ya que el agua es un bien necesario, imprescindible para obtener la cédula de habitabilidad de la vivienda y, además, casi la totalidad de la población española dispone de él, lo que indica su importancia relativa en la sociedad. La autora pone el foco en la necesidad de corregir estos problemas para garantizar una vejez autónoma y de calidad.