El escultor Pedro Fernández Roales presenta su obra en dos propuestas colectivas muy bien distintas en la ciudad de Málaga.

Por un lado, en el espacio colectivo ArtSenal reúne ocho piezas de bronce fundido a la cera perdida y una pieza vaciada en resina de poliéster con marmolina, donde ha dado vida a personajes fantásticos y a sus revisiones de personajes clásicos, que ya pudieron verse en su última muestra individual en la ciudad en la galería de arte de Ángel Almeida.

El creador, afincado desde hace varios años en la provincia malagueña, ha apostado por obras de 22 a 42 centímetros de altura situadas en tan solo quince metros cuadros cedidos a cada uno de los 12 artistas que estos días participan en esta actividad en ArtSenal, un espacio cultural multidisciplinar que sirve de plataforma a toda expresión artística, ubicado muy cerca del Centro Pompidu. "Es la primera vez que expongo en este marco donde hay mucho movimiento y que supondrá un gran escaparate para mi producción porque la muestra está abierta hasta septiembre", afirma el artista.

A mayores, el escultor exhibe una obra en el bulevar de las Artes situado en el barrio malagueño de Churriana. El zamorano es uno de los 20 artistas que ha respondido a la convocatoria pública para realizar tótems en distintas disciplinas para decorar el paseo de la populosa zona. La temática elegida por el zamorano corresponde a la filoxera, dado que "en 1900 la población de Churriana vivía de la vid y sufrió una epidemia de filoxera que acabó con las viñas que eran el sustento de la economía local", explica.

Con un tronco de un eucalipto el escultor ha creado "Herida mortal. Alegoría de la filoxera", de 250 centímetros de altura, donde ha plasmado un torso femenino, que representa a la viña, retorciéndose de dolor al ser atacada por el insecto, materializado en una serie de palomillas situada en la zona inferior de la obra. En la parte superior, Fernández ha efectuado unos grabados de racimos para imitar la madera de las viñas. Además, ha dotado el cuerpo de mujer de un poco de color con cera granate y las uvas y las hojas de las plantas están pintadas con acrílico.

Con esta obra el escultor regresa a la madera, materia con la que no se enfrentaba desde hace bastante tiempo. "Me apetecía porque hace muchos años que no lo trabajaba y me lo he pasado muy bien haciéndola", precisa.

En estos momentos, Pedro Fernández Roales compatibiliza los encargos de bustos y de obra pública con la realización de piezas personales de cara a la exposición que tendrá en su ciudad natal en los primeros meses del próximo año.