La colaboración ciudadana en materia de incendios forestales, aunque cada vez más habitual, se mantiene como una de las asignaturas pendientes para detener a los autores de los fuegos, según asegura la jefa del Seprona de Zamora, la teniente Isabel García Núñez. En esta ayuda "se ha avanzado algo, pero no lo suficiente", declara la máxima responsable del Seprona en Zamora, que atribuye ese hecho a que a la gente le cuesta colaborar, en ocasiones "por falta de implicación" y otras "por miedo".

La responsable del Servicio de Protección de la Naturaleza en Zamora ha explicado a Efe, con motivo del treinta aniversario de la creación de la unidad, que la investigación de los incendios es una de las principales materias delictivas de esta unidad en la provincia, especialmente durante el período de verano. García Núñez precisa que aunque el Seprona cuenta con un equipo especializado y es fácil determinar el origen de los incendios y si estos son provocados de manera intencionada, lo que resulta difícil es poder probar quién es el autor y determinar el nexo causal.

La mayoría de los fuegos intencionados son "localistas, originados por vecinos de la zona" y de ahí la importancia de que la gente comunique, aunque sea de manera confidencial, si ha visto algo. Además, concreta que no todo el mundo es consciente ni se para a pensar en los daños medioambientales de los siniestros forestales, pese al riesgo que suponen para el planeta. En este sentido, una de las labores en la que se ha avanzado en los últimos años de las tres décadas de historia del Seprona es la concienciación con charlas en los colegios en las que los agentes han detectado entre los más pequeños una mayor concienciación sobre especies protegidas, reciclaje o uso del monte.

Junto a los incendios forestales, la caza o el maltrato animal representan otras de las materias sobre las que el Seprona esclarece un mayor número de delitos en la provincia. En estos ámbitos han destacado actuaciones como la desarrollada hace un mes que permitió rescatar a 36 perros que se encontraban en una nave semiderruida en Valdeperdices en pésimas condiciones higiénico-sanitarias, sin comida y sin agua o las operaciones contra el furtivismo y la caza ilegal.

La unidad implantada por la Guardia Civil en 1988 convirtió al cuerpo en pionero y sirvió de referencia a otros países a la hora de contar con una policía especializada en Medio Ambiente.