Los acuíferos de la cuenca del Duero se están secando y es posible afirmar que su estado cuantitativo no es bueno. El de Los Arenales, dividido en las masas de Medina del Campo (Valladolid y Ávila), Tordesillas (oeste de Valladolid y este de Zamora), Tierra del Vino (Zamora y una pequeña zona de Salamanca) y Arenales (Segovia y Valladolid), mantiene una trayectoria descendente y acumula ya una caída en la profundidad de sus aguas de 22 metros en las últimas tres décadas.

En los últimos diez años la evolución de los acuíferos de aguas subterráneas que más afectan a la provincia de Zamora, Tordesillas y Tierra del Vino, han perdido tres metros de nivel, de tal forma que en el bienio 2006-2007 el primero se encontraba a 66,2 metros de profundidad y ha pasado en 2017-2018 a 69,3 metros, mientras que el segundo, Tierra del Vino, ha evolucionado de 36,8 a 39,7 metros que es la distancia a la que es necesario profundizar para dar con la masa de agua.

Según la información facilitada por Ical las masas de agua se encuentran en "mal estado cuantitativo" aunque es en la de Medina del Campo en la que se ha detectado "una peor situación", explicó a la mencionada agencia el comisario de Aguas de la Confederación Hidrográfica del Duero, Ángel González. Las lluvias de los últimos meses han permitido a los acuíferos irse recuperando: el de Tierra del Vino ha crecido casi 15,5 metros en lo que llevamos de año hidrológico; el de Tordesillas ha recuperado tres metros en este mismo periodo; y el de Los Arenales ha mejorado en apenas 30 centímetros.

Diez últimos años

La CHD detecta en las últimas mediciones que en la masa de Tordesillas se han registrado caídas importantes con una zona alrededor de Toro donde los descensos son superiores a los valores medios de los últimos diez años, mientras que en el resto, que son zonas menos explotadas, los datos piezométricos son "similares" a otros años, y también muy oscilantes.

Las lluvias registradas durante los meses de primavera se espera que tengan incidencia en los acuíferos, aunque se advierte de que tendrá que aguantarse unos meses para ver la repercusión que han tenido porque el efecto de llenado "no es inmediato". A ello habrá que sumar el hecho del retraso en la campaña de riego de este año, algo que, al contrario que el año pasado, está llevando a realizar bomberos puntuales.

El descenso en los niveles de los acuíferos no solo supone un efectos negativo sobre el estado de la masa de agua, sino también "sobre el bolsillo", reconoce González, ya que el coste de extraer el agua crece a la vez que la profundidad a la que se encuentra. Por ello augura que, si no se aprecia antes de 2021 una mejora del estado cuantitativo de estas masas, el Plan Hidrológico podría plantear mayores restricciones en los usos. De ahí que la CHD defienda las medidas dirigidas a la racionalización del uso del agua, como el empleo de mejores técnicas, el ajuste de los riegos a las necesidades reales o el carácter asociativo para un mejor uso del agua con el fin de ir recuperando los niveles de los acuíferos.