El librero Miguel Núñez apura los últimos días al frente de su librería, un establecimiento que no cerrará las puertas tal y como era su deseo, sino que cambiará de titularidad y de nombre en próximas fechas.

-¿Cómo comienza su relación con el mundo de los libros?

-Yo empecé trabajando con 20 años en la entonces Librería Religiosa y tras unos años estando allí pasé a Clarín, dado que pertenecía al Bazar Jota. En Clarín estuve un par de años y luego ya tomamos la decisión que montar nuestra propia librería.

-¿Cuándo fue?

-Corría el año 1986. Eran unos años bonitos y de alguna manera fáciles porque veníamos de un mundo oscuro, de unos años muy grises, y nosotros, mi mujer Carmen, quien siempre ha estado ayudándome y trabajando a veces más que un servidor, y yo veíamos que en el mundo de la librería y la papelería, que por aquel entonces era muy importante, faltaba color algo que ya empezaba a verse en otras ciudades. Antes de comenzar nos movimos por Madrid, Barcelona o Valencia donde veíamos establecimientos distintos y empezamos a ver ese color que faltaba en Zamora.

-¿Cómo fueron esos primeros años?

-Creo que conseguimos dar ese toque de color que queríamos rápidamente. Nos instalamos en un pequeño local en la calle Cervantes y enseguida empezó a pasar por la librería y a ver cosas que eran nuevas en la ciudad, algo que me recuerdan las chicas que tienen ahora treinta y tantos y que comenzaron a ser clientas de niñas. Además, intentamos hacer una tienda más moderna porque en aquel momento en la ciudad no dejaba de haber un comercio un poco obsoleto, aunque tiempo después se ha modernizado y Zamora ha ganado muchísimo porque los establecimientos se han ido remozando y poniendo al día. Ahora Zamora está al mismo nivel en cuanto a comercio que otras ciudades, pero en aquellos años eran tiempos diferentes, eran años de cambios. Posteriormente nos cambiamos a calle de La Amargura y tuvimos suerte porque pillamos la crisis del 92 y a nosotros, desde el primer día que abrimos en la actual sede, tuvimos una impresionante acogida.

-Aludía a que comenzó teniendo un mayor peso la papelería algo que ha ido desapareciendo.

-Siempre ha estado ahí y son productos que en los escaparates siempre reclaman la vista de la gente a veces más que los libros, lo que sí es verdad es que luego en el interior le hemos dedicado el 80% a los libros y un 20% a papelería.

-Lleva 32 con su propio negocio de librería, ha vivido tiempos bastantes complicados, con la crisis económica y del sector al mismo tiempo. ¿Hay algún secreto para mantenerse?

-De entrada, la ilusión. La ilusión y el creer en tu trabajo, en los libros. Además, poner mucho mucho tiempo resulta indispensable. La ilusión del primer día de alguna manera la seguimos manteniendo, quizá hemos cambiado en algún sentido, pero lo que se puede llamar ilusión, la conservamos. Como ejemplo mi mujer me ha dicho estos días que quería cambiar los escaparates? La profesión de librero no está escrita en casi ningún sitio, algún tratado por ahí hay pero existe muy poca literatura (risas). Para mí, un librero es una persona que se hace en una librería. 40 años de oficio, entre mi etapa en Bazar Jota y los 32 de mi propia librería, son los que dan la profesión, el conocimiento a fondo del sector, un sector y un oficio en mucha medida complicado pero que conlleva querer tratar con el cliente de una manera cercana y no ser una figura on line, donde la profesión está completamente desfigurada.

-Varias décadas de profesión dan para muchas anécdotas y muestras de cariño desde que anunciaron públicamente que lo dejaban.

-Desde gente despistada que se confunde de calle y entra y pregunta si tenemos camisas o hilo de un determinado color porque piensan que es El Redondel. Hace poco apareció un hombre mayor con problemas de memoria que quería comprar bolígrafos porque hacía muchas quinielas. Le puse seis "bic" en el mostrador y me demandaba más. Terminaríamos con unos 18 y a la semana regreso y quería muchos más. Lo engañé de alguna manera y le hice creer que aquí no había bolígrafos. A mayores todo el mundo que ha pasado en los último dos meses tras poner el anuncio de jubilación nos ha mostrado un sentimiento increíble. Ha habido gente que nos ha besado, que nos ha abrazado?

-¿Les ha sorprendido ese cariño?

-Sí, sí nos ha sorprendido porque hemos tenido un trato muy directo con mucha gente, pero ha aparecido gente que hasta nos han hecho regalos. Me han pedido una docena de veces en estos últimos días que el libro que se llevaban se lo dedicara. Yo estoy acostumbrado a que sea el autor el que me firma los libros a mí. Nunca había firmado libros (risas) y me han obligado a que pusiera cuatro palabras como recuerdo. Si echas la vista atrás y piensas que han pasado generaciones por la librería, eso va calando y a la gente le afecta de alguna manera. Las muestras de cariño y de amistad, sin duda, han sido desbordantes.

-Y también han recibido muestras de empatía por parte de los compañeros de gremio.

-Con mis compañeros de gremio hemos hablado largo y tendido desde que lo anunciamos. Incluso a varios se lo había dicho días antes, para que lo supieran los primeros. Con la mayoría de ellos hay una amistad que nunca desaparecerá. Hace un par de días me llamaron sin decirme para qué y me regalaron una figura de Miguel de Cervantes con una placa de recuerdo que la conservaremos para toda la vida.

-Su mujer Carmen y usted no querían que la librería desapareciera. Va a ser un punto y seguido porque una persona joven toma el relevo.

-Es algo que se ha conseguido y es un éxito, sin duda. Desde el primer día que lo pensábamos es lo que buscábamos porque nos daba mucha pena que la librería se cerrara. Pensamos que si a alguien le interesara hacerse cargo de ella, intentaríamos buscar a la persona adecuada y darle la información posible sobre la librería y lo que es el sector del libro con sus penas y sus alegrías. Hemos tenido siempre un poco de suerte y ahora que hemos querido entregar el testigo a alguien hemos tenido la posibilidad de elegir.

-¿La librería ha tenido varios pretendientes?

-Sí, sí hemos tenido ocho personas interesadas. Alguna de ellas ha sido poco más que una persona curiosa, pero media docena sí tenían un interés. Hemos elegido a Clara Sánchez, por su trayectoria, por su interés por los libros, por su currículum que lo yo tiene, pese a ser joven lo tiene. Es una chica joven cuyos estudios están relacionados con el mundo del libro y dispone de experiencia en el sector en alguna librería en Madrid. Además, es una persona que ha leído muchísimo. Personalmente me sorprende lo mucho que con su juventud ha leído y lo que sabe reconocer porque cuando se ha leído mucho se tienen muchas referencias. Tiene esa ilusión por los libros, lo que hace falta cuando se es librero. Hemos conectado muy bien con ella y creo que el estilo o la forma de llevar la librería será muy muy parecida, aunque la hará suya, claro está.

-En la actualidad están creándose librerías-cafeterías, librerías con sala de exposiciones? ¿podrían ir por ahí los derroteros de esta nueva etapa?

-Yo creo que las tendencias al final crean costumbres. Defiendo que las librerías deberían de ser una especie de agente cultural complementario a lo que las administraciones hacen por la cultura, que muchas veces no rellenan huecos y no llegan a donde deberían. Soy partidario de una librería que mueva la cultura, traiga a autores a firmar libros o a hacer presentaciones o bien a hacer un cuentacuentos o una charla.

-¿Se van a desvincular?

-No, del todo no nunca, creo yo. Con el paso de los años te irás alejando, pero ahora en principio estaremos los meses de verano intentando ayudar a Clara para que haya una transición pausada. Es algo que no me cuesta y me apetece estar y presentar a la gente conocida a la verdadera responsable de la librería que pasará a denominarse Octubre.