Un joven zamorano acaba de ser condenado a un año y medio de cárcel por poseer y distribuir pornografía infantil a través de Internet, de donde se descargaba programas específicos para acceder a archivos de contenido pedófilo, que con posterioridad compartía con otros usuarios y que se destruían de rápidamente para no dejar rastro.

En total, la investigación policial permitió localizar a 102 usuarios de este tipo de material de pornografía en el que los menores de edad son los protagonistas. En concreto, la policía halló en su ordenador más de 600 descargas en su ordenador de archivos con imágenes en las que aparecían menores practicando sexo.

El zamorano admitió haber cometido el delito ante la magistrada del Juzgado de lo Penal, lo que le sirvió para que se le aplicara las atenuantes de confesión y arrepentimiento, lo que dejó la condena en el año y medio de prisión.

La producción, la distribución y el consumo de pornografía infantil a través de Internet es uno de los caballos de batalla de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, con agentes formados específicamente para descubrir los grupos que existen y que utilizan las redes sociales para cometer este delito.

El último caso de consumo y distribución de pornografía infantil se extendía por varias ciudades españolas, entre ellas Zamora, donde fue detenido un adolescente de 16 años como integrante de un grupo de wasap en el que participaban 300 personas, todas ellas menores de edad, salvo el cabecilla, residente en la provincia de Alicante.

El Código Penal impone penas de prisión mínimas de un año y máximas de cinco "a quien produjere, vendiere, distribuyere, exhibiere, ofreciere o facilitare la producción, venta, difusión o exhibición por cualquier medio de pornografía infantil o en cuya elaboración hayan sido utilizadas personas con discapacidad necesitadas de especial protección, o lo poseyere para estos fines, aunque el material tuviere su origen en el extranjero o fuere desconocido". Se considera pornografía infantil todo el material que represente de manera visual a un menor o una persona con discapacidad necesitada de especial protección participando en una conducta sexualmente explícita, real o simulada.