En principio exclusivamente masculinas las procesiones con caperuz se han ido abriendo muy lentamente a las mujeres, a una velocidad mucho más lenta de la que ha seguido la evolución social. Al final se han ido adaptando casi todas las cofradías. Pero quedaban tres hermandades que no han movido un solo dedo para cumplir el estatuto marco y que tienen en su seno a una importantísima masa de dirigentes y hermanos que rechazan de plano que las mujeres puedan entrar en la hermandad, porque creen que atenta contra su esencia de siempre. Hay quien incluso ha llegado a plantear alguna "treta" para cumplir con el mandato del Obispado, pero evitar que las mujeres salgan en la procesión, por ejemplo que sean cofrades con todos los derechos excepto el de desfilar; o depararles otro lugar en la procesión. "El Obispado ordena que entren mujeres, pero no dice cómo", señala un conocedor del ambiente semana santero. Claro que no es tan fácil encontrar una excusa para impedir la salida de la mujer en procesión y sólo Jesús Nazareno, con una hábil maniobra, logró dejar las féminas exclusivamente como damas de la Soledad. Otras fuentes, sin embargo, restan credibilidad a que las cofradías puedan plantear algún tipo de subterfugio para cumplir con el Obispado pero impedir en la práctica que salgan las mujeres en procesión. "O entran o no entran, pero eso de que sean hermanas con menos derechos no cabe en cabeza humana".