Ya lo habían hecho con pasos de cebra, bancos y escaleras. Pero ahora han ido más allá y casi literalmente han bajado a las cloacas para hacer arte de lo inimaginable: el alcantarillado de la ciudad. Un lienzo singular que el ingenio de los jóvenes en riesgo de exclusión social de los programas de educación de calle ha transformado por completo. Y es que nunca antes las arquetas habían sido objeto de tantas miradas y fotografías.

Ahora, el Merlú, el símbolo del yin yang o el emoticono con los ojos en forma de corazones le ponen cara a las tapas de los sumideros de la acera de la avenida Requejo, en la zona de los institutos. Un poco más adelante, entre los árboles del parque de la Marina, se cobija el pájaro rojo de los Angry Birds y se fríe un huevo frito. En Los Bloques, la vida brota de un árbol y las notas musicales salen de un gramófono mientras que los tradicionales castros han vuelto a las pistas de los barrios de La Alberca y de Rabiche.

Gracias a este nuevo proyecto de arte urbano, denominado "A ras de suelo" y enmarcado en los programas de educación de calle llevados a cabo por el Centro Menesiano, Cruz Roja y el Ayuntamiento de Zamora, el mobiliario urbano de la ciudad ha vuelto a ser objeto de esta original iniciativa dando continuidad a los diseños realizados anteriormente.

Comenzaron decorando con un colorido tetris las escaleras de la cuesta del Bolón. Plasmaron el clásico videojuego del comecocos en uno de los bancos situados junto al templete de La Marina. Rotularon la pared de la calle San Blas con el inspirador mensaje de "Todo va a salir bien". Se tiraron al suelo para escribir versos de poetas zamoranos sobre el asfalto junto a los pasos de cebra y un largo etcétera de intervenciones, la mayoría de ellas efímeras por el desgaste y las inclemencias meteorológicas, que hacen de Zamora un museo al aire libre.