Es cierto que hay menos pobres, pero los que hay lo son cada vez más. Esa es la principal conclusión de la memoria anual de Cáritas Diocesana que ayer fue presentada por su delegado episcopal, Antonio Jesús Martín de Lera. El número de personas atendidas en 2017 por la entidad cayó hasta los 11.333 usuarios, cerca de seiscientos menos que el año anterior. Un dato a primera vista esperanzador que sin embargo, esconde una realidad bien distinta. Y es que pese a que el número de atendidos descendió, el número de atenciones aumentó. Es decir, que quienes llamaron a las puertas de Cáritas en busca de ayuda, lo hicieron con mayor frecuencia.

Como alertaba Martín de Lera durante la presentación del estudio, "la pobreza y el riesgo de exclusión es algo que se cronifica en nuestra provincia". Una advertencia que no es nueva pero sí preocupante y más cuando se tiene en cuenta que la elevada cifra de personas atendidas para una provincia tan pequeña no corresponde con la totalidad del territorio sino solo con aquella que es abarcada por la diócesis de Zamora, ya que parte de Los Valles-Tábara y Sanabria-Carballeda pertenece a la diócesis de Astorga. "Estamos hablando de una población de 155.000 habitantes en la diócesis, si estamos en torno a 11.000 y pico los que son atendidos? es un número muy importante". Tanto como un 7,3% del total.

A fin de tratar de paliar esta situación, Cáritas invirtió durante la pasada campaña casi 10,2 millones de euros, un presupuesto financiado con fondos propios al 70% gracias sobre todo a la contribución de sus donantes, suscriptores y usuarios. Entre los recursos más demandados, destacó el programa de Atención comunitaria y Acogida, por el que pasaron 6.500 personas. En este apartado, la cifra también bajó de forma notable respecto al año anterior en el que se llegó a sobrepasar los 8.000. Un balance que a priori también parece halagüeño, pero no. Se repite la misma historia. "Ha bajado el número pero han aumentado las atenciones. Una misma persona o una misma familia recurre a Cáritas más veces de las que antes lo hacía". ¿Por qué? "Porque se cronifican las situaciones de pobreza, porque cada vez se quedan estancados y es muy difícil salir de ese mundo, porque las ayudas son cada vez menos y es necesario acudir más veces para que Cáritas pueda prestarles ayuda", enumeraba.

En este sentido, el perfil del "trabajador pobre" vuelve a aparecer como un fantasma por la invisibilidad de todos aquellos que aun teniendo trabajo se ven obligados a pedir ayuda por la precariedad e inestabilidad laborales. De ahí que el programa de Empleo sea una de las principales apuestas de la organización. De las 679 personas atendidas, 251 lograron acceso a un puesto de trabajo, unos de carécter estable y otros puntual, pero "al menos han tenido la posibilidad de iniciarse en el mercado laboral" , apostillaba.