Cerca de tres mil personas arroparon ayer a la familia y allegados de Leticia Rosino, la joven tabaresa asesinada en Castrogonzalo el pasado 3 de mayo, en una impresionante manifestación de duelo y rabia contenida por un suceso que ha conmocionado a la provincia que tuvo su parte reivindicativa en la petición a los políticos de un cambio en la Ley del Menor para endurecer las penas en delitos tan graves como el ocurrido en la provincia o el que sufrieron en sus carnes con anterioridad otras chicas, caso de Sandra Palo, cuya madre estuvo presente en la manifestación. María del Mar Bermúdez era, precisamente, una de las personas que sujetaba la pancarta principal, junto con la madre de Leticia, Inmaculada Andrés, su tío Santiago, su novio David Alonso, el secretario nacional de la plataforma 18-M, organizadora de la manifestación, Rafael León o los familiares de José Manuel Gutiérrez, asesinado en Medina del Campo por el marido de su novia, en trámites de divorcio.

"Lety, tu sonrisa es nuestra fuerza", con una foto de Leticia Rosino era la pancarta principal acompañada por otra de la plataforma 18-M que pedía la modificación de la Ley del Menor y los decenas de mensajes improvisados que decían cosas como "Todos con Leticia", "Castrogonzalo pide justicia", "Ni asesinos ni violadores", "Prado con las víctimas", "Leyes más duras, no quiero que mis hijos hereden una sociedad sin respeto ni valores" o "Matar en este país no tiene castigo", portadas por los cientos de personas llegadas de Zamora, Tábara (se fletaron dos autobuses además de los coches particulares), Castrogonzalo y otras muchas localidades de la provincia y de fuera de ella.

Con una organización perfecta, que llevó la marcha a ritmo lento, con pausas programadas durante el recorrido, la manifestación cubrió el trecho entre La Marina y la plaza de la Constitución, donde entró con la canción "Justicia", compuesta para el movimiento 18-M sonando por la megafonía. Mientras organizadores y familiares ocupaban un lugar frente a la Subdelegación del Gobierno, la madre de Leticia Rosino, Inmaculada Andrés, recibió un ramo de flores y a continuación se fueron sucediendo los discursos. Abrió el turno Rafael León, secretario de la plataforma 18-M, quien agradeció su asistencia a los presentes: "Queremos honrar la memoria de todas las víctimas inocentes que han caído en manos de desalmados y personas sin sentimientos, y de manera especial recordar a Leticia. Siempre estaréis en nuestros corazones".

Santiago Andrés, tío de Leticia exhortó a los políticos a ponerse "a la altura, legislar sobre el sentido común y que el precio de una vida no dependa de la edad de quien tiene la facultad de quitarla". "Debemos convertirnos en el grito de aquellos que ya no pueden gritar y tenemos que decir muy alto que la justicia es algo que no se puede negar al pueblo (...) cuando la aplicación de las leyes consigue crear indignación es porque la ley no es justa ni buena y es necesario modificarla". Cogió el testigo ante el micrófono María del Mar Bermúdez, la madre de Sandra Palo, quien recordó el asesinato de su hija, hace quince años, por parte de cuatro hombres, tres de ellos menores, "que ya están en libertad delinquiendo. (...) Esto es cosa del pueblo, de la sociedad, que nadie tenga que pasar por lo que estamos pasando nosotros o los papás de Leticia".

Tomó también la palabra Ana Isabel Gutiérrez, hermana de José Manuel, asesinado en Medina del Campo el 27 de diciembre, María Rosa Andrés, tía de Leticia, que leyó un texto, "La muerte no es el final" de San Agustín, la miembro de la plataforma 18-M Sonia de Paz y, tras el minuto de silencio David Alonso, el novio de Leticia, ovacionado tras su sentido parlamento.

Un minuto de silencio, con el Adagio de Albinoni de fondo puso punto final a la concentración, aunque mucha gente, antes de marchar, quiso acercarse a la familia de Leticia Rosino para ofrecerle un gesto de cariño y acudió a plasmar su firma dentro de la campaña de recogida que lleva a cabo la Plataforma 18-M para pedir la modificación de la Ley del Menor en el sentido de endurecer las penas para quienes cometan hechos de suma gravedad, como puede ser un asesinato.