"Lo digo aquí, que le regalo 35.000 euros por sus desvelos, cuidados y todo tipo de "atendimientos" hacia mi persona, igual de día que de noche, y sin un día de descanso, sin pedir nada a cambio". Así reza uno de los folios firmados por el hombre, un dinero que la mujer ya no pudo cobrarse porque la familia se había percatado de la posible estafa. En otro documento, también firmado por el hombre, le autoriza a "sacar para los gastos del hogar, la comida, vestuario, medicinas, etc.". Y en previsión de que el hijo del anciano pudiera tomar medidas una vez fallecido aquel, el hombre firma otro papel en el que apunta que "por si, al fallecer, mi hijo quisiera hacer alguna reclamación por estos conceptos", en referencia a las cantidades que fue sacando de las cuentas corrientes del anciano, "todo es y ha sido bajo mi consentimiento. El regalo de 35.000 euros puede hacerlo efectivo como bien le convenga a partir del 23 de febrero, bien poco a poco y en cantidades diferentes". Este documento se firma en el domicilio del anciano, si bien la mujer prepara el poder notarial que el hombre firma también en ese mismo día, documento que le permite acceder a las cuentas. Es a partir de ahí cuando comenzó a extraer cantidades de las cuentas del anciano, hasta el mes de junio. Este documento se firma en el domicilio del hombre.