Cientos de personas, representantes institucionales, autoridades civiles, militares y de cofradías, presenciaron en la plaza de la Marina ayer el homenaje tributado al Batallón Zamora, impulsado por la Cofradía de la Concha con el apoyo del Ayuntamiento, en el que tomaron parte un centenar de soldados y mandos del Zamora, con sede en Pontevedra y perteneciente al Regimiento Isabel la Católica de la Brigada Brilat Galicia VII.

La unión entre la hermandad y los militares surgió a finales de los años 90 cuando una familia zamorana acudió a la Cofradía de la Concha rogándole poner a los pies de la imagen una prenda de cabeza de su hijo, militar del batallón Zamora que se iba a Bosnia. "Desde entonces siempre que la cofradía sabe que la Brigada Brilat parte fuera de España pone esa boina bajo el manto de la Virgen para que proteja a sus integrantes", explicó el presidente de la hermandad, Florián Ferrero quien aludió al origen del Tercio Viejo de Zamora, antecedente del batallón, que contó con "3.000 zamoranos" y desgranó del milagro de Empel en 1585, "donde un soldado cavando una trinchera se topó con una madera. Era una imagen de la Inmaculada Concepción", patrona de la Infantería española.

Por su parte el teniente coronel, Andrés González Alvarado, aludió a "la bonita tradición" de utilizar nombre de ciudad para unidades militares. "Estos soldados que ahora formamos sentimos la palabra Zamora con la misa ilusión que ustedes. Zamora significa mucho para nosotros" y "sentíos orgullosos de vuestro batallón Zamora y de vuestras Fuerzas Armadas", aseveró el militar, palabras secundadas por una cerrada ovación.

Concluidas las intervenciones, Florián Ferrero hizo entrega al teniente coronel Alvarado de una llave, en alusión al corazón de los zamoranos, y de un repostero con el emblema de Batallón Zamora, el escudo de la ciudad y los símbolos de la Cofradía de la Concha, que se utilizará en actos oficiales del Zamora, y tuvo lugar un homenaje a los fallecidos.

La banda de la banda de Música de la Brilat, los militares presentes y el coro de la Hermandad de la Tercera Caída entonaron "La Muerte no es el final" mientras que los soldados que portaban los guiones y los estandartes de las unidades del Batallón escoltaban a los compañeros que llevaban una corona de laureles que situaron ante un monumento a los caídos, montado enfrente de la tribuna de autoridades, gesto secundado con vítores y gritos de "¡Viva España!".