La esencia de Sayago inundó ayer el Club LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA con la presencia de Amador Pérez Viñuela, quien presentó su último libro, "Relatos del corazón de Sayago", una recopilación de artículos publicados en este diario que desgranan los principales ritos, costumbres y tradiciones de esta comarca, sin dejar de lado la belleza de su paisaje.

El escritor se metió a todos los asistentes en el bolsillo con una charla imaginaria entre Miguel de Unamuno y la dueña de una posada en la que pudo haberse alojado cuando visitó esta tierra en 1926. "Le sorprendió el lenguaje que se utilizaba y subrayó que tenía la entidad suficiente para convertirse en una lengua propia", recordó Pérez Viñuela, quien hizo buen uso de palabras propias de la zona durante esta recreación, con la mujer ofreciendo "un tajo al humor de la lumbre" al escritor vasco, quejándose de su marido "amormiado" y excusándose por tener que ir a la cocina a "aviar el arroz".

Nacido en Tamame de Sayago, su vinculación con esta tierra se afianzó más si cabe tras jubilarse como guardia civil. "Me empecé a preocupar por estos temas, a recoger información y recopilar historias", explica. Así vieron la luz estos artículos que ahora se aglutinan en un libro. "Sayago es una tierra humilde que no ha crecido en riqueza, pero sí en estética y belleza", defiende.

Y ahí arranca su libro, que repasa la vida de un sayagués desde su nacimiento, cuando su madre debía estar 40 días sin salir de casa tras el parto, hasta la Primera Comunión y pasando por los primeros tonteos con las chicas. "Las empezábamos a rondar y comenzábamos la relación de manera casi furtiva, al margen de la familia, encontrándonos fortuitamente. Después, con el tiempo, el padre o la madre te invitaba a pasar a casa, para no pasar frío en la calle, y así daba su consentimiento a la relación", resume.

Después llegaba la boda y el inicio de una nueva vida, donde la novia abandonaba la casa de sus padres para formar una familia en un nuevo hogar con su marido. "Se dedicaban al cultivo o al ganado y así iban haciendo su patrimonio", explica.

Con especial cariño rememora los 23 kilómetros que con su madre y sobre una burra hacía para llegar a Zamora y comprar allí las galas para la fiesta y también comida, después de aparcar al animal en la posada de Olivares.

La muerte también está presente en este libro. "Antes con 60 años ya eras un anciano, pero las cosas han cambiado. Yo, por ejemplo, tengo ya 81 y me siento como un jovenzuelo", bromea. Tras el funeral, la familia debía guardar riguroso luto y los jóvenes no podían participar en celebraciones.

Con pinceladas íntimas de sus recuerdos, este libro está dedicado a su mujer Sagrario, quien falleció hace ya seis años. "Nos guardamos fidelidad siempre, durante los 53 años que tuvimos de matrimonio, por lo que merecía este homenaje, que se extiende a todas las mujeres de Sayago", subraya.

En el recuerdo también tiene a doña Ramona, la maestra de su pueblo, siempre rodeada de un nutrido grupo de alumnos. "Esos tiempos no volverán, desde hace 18 años no ha nacido ningún niño en mi pueblo, solo hay dos y son de familias que se han instalado en Tamame", lamenta.

El libro está prologado por su amigo y compañero de partido Demetrio Madrid. "Dice que le admira mi manera de ser, actuar y pensar, aunque creo que es una gran elogio no del todo merecido", confiesa para terminar.