Francisco Guarido afronta su último año al frente de la Alcaldía de Zamora con más desafíos que nunca. Asegura que a lo largo de estos tres años se ha trabajado mucho, pero también es consciente de que queda aún más por hacer. Los próximos doce meses han de ser los de los grandes proyectos. Aquellos que no se han podido sacar adelante hasta el momento. También valora el papel de una oposición que considera "de paseos y cámara de fotos". Y además habla sin pelos en la lengua de la delicada situación interna de Izquierda Unida, con una Dirección Federal que apuesta por el modelo de confluencia del que no quieren ni oír hablar en la provincia de Zamora.

-Está a punto de cumplir tres años desde que asumió la Alcaldía. ¿La sensación que tiene es que se ha hecho mucho o que falta mucho por hacer?

-Tanto la una como la otra. Yo siempre dije que este Ayuntamiento era un barco varado en todos los aspectos y hemos logrado ponerlo en marcha. Hemos implantado la administración electrónica, que cuando llegamos ya tenía que estar en marcha. Hemos iniciado un sistema de elaboración de presupuestos que también tendría que haber existido antes. Y hemos logrado tener un Ayuntamiento más transparente. El nivel de inversión es el adecuado y estamos elaborando muchos proyectos de cara al futuro. Cuando entramos, las estanterías estaban vacías en cuanto a proyectos y ahora la estantería está llena. El balance es positivo, aunque queda mucho por hacer.

-Cuando uno coge el documento marco que rige el acuerdo entre IU y PSOE ve que se han cumplido muchas cuestiones, aunque las que faltan por cumplir no son cosa de poco: modificar el Plan de Urbanismo, construir viviendas sociales, elaborar un Plan del Casco Histórico?

-Hay un montón de cosas que ya hemos hecho, pero la realidad es que las necesidades de la ciudad eran muchísimas. Había mucho que hacer y cuatro años dan para lo que dan; teníamos un programa muy ambicioso y quizás muy extenso. En lo referente al PGOU, tenemos un acuerdo con la Junta Agropecuaria Local para que vuelvan a gestión rústica casi todos los suelos declarados urbanizables en 2011 y que no sirven para nada. Es más fácil modificar el PGOU por iniciativa particular, como en este caso, que si lo hacemos nosotros y por eso esperamos acabar el mandato poniéndolo en marcha. En cuanto a las viviendas sociales, no es una competencia municipal y poco podemos hacer. Existen muchas parcelas municipales para construir viviendas de protección oficial, pero el mercado está parado. Arreglaremos las siete de la avenida de Galicia porque son nuestras, pero es todo lo que podemos hacer.

-¿Y el Plan Especial del Casco Histórico?

-No podemos avanzar en todos los temas y con este Plan tenemos un debe. Se trata de un plan de urbanismo circunscrito al Casco Histórico que tiene que externalizarse por fuerza, ha de ser una empresa quien lo asuma y tiene que ser voluntad nuestra empezar a buscar esa empresa. Nos queda un año, estamos a tiempo de enmendar ese debe.

-¿Cree que ha calado entre los zamoranos el paradigma de este equipo de Gobierno de que es mejor muchas pequeñas cosas que unos pocos grandes proyectos?

-Creo que la gente lo ha entendido, sí. Casi todos los proyectos megalómanos que se hicieron con anterioridad acabaron mal y por eso ahora se entiende la política de la pequeña inversión. En el último Pleno aprobamos 11 millones de inversiones y van a dar para más de 50 proyectos. Pero eso también es compatible con la altura de miras y tenemos también grandes proyectos pendientes. A veces la burocracia nos come a nosotros mismos, pero lo importante es que todos esos proyectos arranquen.

-Se refiere usted a los proyectos del nuevo parque de bomberos, el antiguo matadero, el Teatro Principal, el Banco de España? Obras que se han repetido durante los últimos años pero que no terminan de llegar. ¿Han pecado de anunciarlos antes de tiempo?

-Lo importante es que arranquen, porque lo que cuesta es el inicio en la fase de contratación. Una vez están ahí, van para adelante. No sé si hemos anunciado proyectos antes de tiempo, pero sí es verdad que esos proyectos se arrastran, no de los años de este mandato, sino algunos del primer mandato de Rosa Valdeón. Lo que ocurre es que tenemos la obligación de presupuestarlos año tras año y por eso lo anunciamos. Es una rueda que perjudica siempre al que gobierna.

-¿Y qué hay del Banco de España? Nada se sabe desde hace meses...

-Esa se puede considerar la única obra fracasada, pero se va a licitar ya mismo.

-En las últimas semanas, especialmente, se están produciendo muchos roces entre el equipo de Gobierno y el Partido Popular. ¿Esperaba la oposición que está recibiendo?

-El Partido Popular hace una oposición de paseante y de cámara en el teléfono. Van por la calle y le hacen fotos a unas hierbas, a unas baldosas? Es una oposición a la que intelectualmente no le veo sustancia. En todo caso, últimamente veo que van de mirlos blancos y no quieren asumir nada del pasado, pero realmente su portavoz y su viceportavoz llevan tiempo en política y ocupando cargos en este Ayuntamiento, así que son responsables de muchas cosas para bien o para mal.

-Lo que sí parece claro es que usted ha cambiado el discurso de cuando era oposición a la actualidad.

-Es que yo no estoy aquí para darle leña al Partido Popular, sino que tiene que ser la oposición la que le dé leña al equipo de Gobierno.

-El Partido Popular suele utilizar la expresión "tripartito de gobierno" para referirse a su relación con Ciudadanos. ¿Usted qué opina?

-Cada uno tiene su estilo. Es evidente que Ciudadanos es oposición y que no existe ningún tripartito. La realidad es que gobernamos dos partidos en minoría porque el PSOE se rompió y necesitamos votos para completar las mayorías. El único partido colaborador ha sido Ciudadanos, que nos apoya pidiendo cosas a cambio, como es normal. Pero aquí gobiernan dos partidos con un necesario apoyo de otro.

-Precisamente, esa minoría en las votaciones hizo que no se aprobara la ordenanza de venta ambulante por una crisis de gobierno con el PSOE. Y de aquellos polvos vienen estos lodos con el problema del mercadillo.

-Eso es una cosa que tendrá que explicar el PSOE. Lo cierto es que votaron en contra cuando previamente ya habíamos acordado ubicar el mercadillo en Vista Alegre. Y de repente, nos traicionaron. En términos políticos. Era cuando se estaban repartiendo las concejalías y votaron lo que votaron. Ahora volvemos a llevar el asunto y aceptan la posición inicial que nosotros llevábamos, así que todo el recorrido de protesta que hizo el PSOE lo haría con algún fin distinto al del mercadillo.

-¿Teme que la situación pueda repetirse en este año preelectoral si ustedes o el PSOE deciden jugar cada uno por su cuenta?

-Nosotros no vamos a jugar por nuestra cuenta. Yo soy el alcalde y no estoy interesado en que esto se parta y se divida. Y espero que el PSOE sea lo suficientemente inteligente como para ver que juntos sumamos más si llegamos así hasta el final, porque si hubiera alguna discrepancia que dinamitara el pacto, perderíamos los dos. La cooperación es lo inteligente y dinamitar sería, sobre todo, malo para el PSOE.

-Otro asunto objeto de crítica ha sido la eliminación de la deuda. ¿Debe una Alcaldía de izquierdas zanjar sus cuentas con los bancos e incluso tener tantos millones de superávit?

-Lo ideal sería no tener deuda bancaria y tampoco tener superávit. Siempre es mejor tener un poco de dinero, como hacen en las casas de los pobres, por si acaso vienen mal dadas. Pero el problema es que tenemos un gran remanente y eso lo debemos resolver. Gastamos lo que nos deja Montoro, en 2017 nos hemos quedado a 20.000 euros del límite de gasto y si nos hubiéramos pasado, hubiéramos tenido problemas. Necesitamos que nos dejen gastar en contratar personal y no solo en inversiones sostenibles. Ahora mismo tenemos 60 sillas vacías en este Ayuntamiento y eso nos genera problemas de gestión de todo tipo.

-A un año vista para las elecciones, Izquierda Unida todavía no sabe cómo va a presentarse, pero Alberto Garzón ha manifestado que apuesta por "la mayor confluencia posible".

-Pues yo apuesto por la menor confluencia posible, está claro. Los datos del CIS de esta semana dictan que la proyección de Izquierda Unida y su tendencia de voto directo es mayor que antes, al mismo tiempo que la de Podemos es bastante menor. Es decir, que ahora hay más motivos que nunca para repensar si lo estamos haciendo bien, tanto unos como otros.

-¿No ve ningún punto de compatibilidad?

-Yo creo que ni el tipo de militante ni el tipo de votante coinciden. Puede haber alguna zona gris en la que nos mezclemos y haya gente que no sepa qué votar, pero el grueso de un lado y del otro lo tenemos muy claro. Vayamos a las elecciones separados y a partir de ahí zanjemos que Podemos sería nuestro primer socio de gobierno y el PSOE el segundo. Eso es pragmatismo político y creo sinceramente que Alberto Garzón se equivoca en su planteamiento.

-Si Madrid dice que hay que ir en confluencia, ¿cree que a Zamora le dejarían ir por libre?

-Para mí es una incógnita. La Dirección Federal no nos tiene cariño y nos va a poner todas las trabas del mundo, pero creo sinceramente que la razón la tenemos nosotros y así se va demostrando en el día a día. La confluencia no es más que un subterfugio inventado por gente de Izquierda Unida para disolver no solo este partido, sino también el Partido Comunista. ¿Por qué esa obsesión en confluir con otros para entregar tu proyecto, tus sedes y tu dinero? Tenemos que estar orgullosos de nuestro partido aunque sea minoritario; no necesariamente hay que unirse con otro para ser mayor. Es que es absurdo desde el principio, es avergonzarse de lo que tenemos.

-¿Repetirá usted como candidato a la Alcaldía en 2019?

-Mi objetivo es llegar a junio de 2019, no voy más allá. Llevo en esto muchísimos años y me ha desgastado estar en la oposición y también en el Gobierno, así que creo que es tiempo más que suficiente. Me centro en lo que nos falta por hacer, en llegar al cien por cien hasta el final y poner todo en funcionamiento. No importa si yo voy a repetir, si va a seguir gobernando Izquierda Unida o si va a gobernar otro partido. Lo que queremos es que, cuando nos vayamos de aquí, quede claro que hemos trabajado a tope, que somos gente honrada y que hicimos algo por la ciudad. Que dejamos un ayuntamiento mejor del que cogimos.

-Pero a la gente sí le importa. De hecho es un mantra en Zamora que hay gente "guaridista" que no votaría a Izquierda Unida si no es por su tirón.

-Eso lo dicen con cariño. Es como quien dice que es de un futbolista, pero en realidad es del equipo. Aquí hay mucha gente buena que trabaja conmigo.

-Pero entonces, ¿sigue o no sigue?

-No puedo decir nada hasta que llegue el momento, porque iría en contra de Izquierda Unida. Creo que hasta después del verano no nos vamos a plantear esto de las municipales y menos aún con el conflicto interno que tenemos.

-¿Y si finalmente les obligan a ir en confluencia con Podemos?

-Esa sería la manera de echarme. Y no soy una persona aislada que piensa así en Izquierda Unida de Zamora. Si nos obligaran a eso, nos estarían diciendo: "Váyanse, que ya vendrán otros". Y seguro que ocurre, porque hay gente esperando. Son una minoría, pero habrá gente esperando para tomar posiciones.

-Se presente quien se presente, ¿cree que Izquierda Unida podría revalidar Alcaldía, con o sin pactos?

-No lo sé. Sí tengo claro que estos cuatro años van a servir para desdramatizar socialmente la idea que había de un gobierno de izquierdas y que aquí generaba miedo. Se ha visto que no ha pasado nada de lo que preveía la derecha. La Semana Santa se sigue celebrando, le seguimos dando dinero, yo tengo buena relación con el obispo y no ha habido enfrentamientos sociales. Creo, de hecho, que tenemos una sociedad más pacífica en términos políticos. La gente nos votó y estamos cumpliendo. Y creo que estamos cambiando la percepción esa de los comunistas. Esto va a ser muy bueno para toda la izquierda, incluido para el PSOE. Hemos hecho más por la buena imagen del PSOE que ellos mismos.