Acaba de aterrizar en Zamora pero aún continúa en una nube. No será el más guapo de España, pero sí el más simpático. Al menos, a juicio del jurado del certamen nacional de belleza que el pasado fin de semana le concedió el título de Míster Simpatía.

Tras vivir una experiencia que define como "inolvidable", Álvaro Guijarro es desde el pasado sábado el hombre con más afecto del país. Una distinción que lleva con orgullo y que va íntimamente ligada a su condición de churrero y feriante desde que era un crío. De hecho, su singular perfil profesional despertó la curiosidad del resto de candidatos desde el primer momento, tal y como él mismo relata: "El ambiente en el que yo he crecido ha impresionado mucho, mi estilo de vida ha sido un "boom", por eso todos los compañeros se acercaban para preguntarme".

Lo cierto es que su imagen y su historia personal no han pasado desapercibidas en el concurso ni un instante. Desde que puso un pie en Los Realejos (Tenerife), los responsables del certamen le confesaron que tenía opciones de ser finalista: "Me dijeron que yo valgo, que doy la talla y que podía llegar lejos". Tanto como para ser uno de los veinte hombres más guapos de España. No logró entrar en el "top ten" sobre la pasarela pero sí en la pista. El joven de 21 años no solo logró alzarse con el título de Míster Simpatía sino que también venció en las pruebas deportivas de velocidad, fuerza, longitud y salto. Y pese a su salto (también a la fama), Álvaro lo tiene claro: su trabajo y su vida están por encima de todo lo que pueda venir a partir de ahora. Su incursión en la moda no es prioritaria aunque reconoce que ya está pendiente del móvil, lleno de notificaciones y felicitaciones, a la espera de alguna llamada de su representante para comenzar a desfilar por el mundillo de la publicidad.