Sonaron las campanas y la plaza se quedó muda. Un silencio en recuerdo de Leticia Rosino Andrés que dio paso a los gritos en señal de duelo, en las dos acepciones de la palabra: dolor y combate. Dolor por el asesinato y combate por la igualdad, ese principio recogido en la Constitución que da nombre a la plaza de la capital donde ayer se concentraron cerca de trescientas personas en repulsa del crimen de la joven tabaresa en Castrogonzalo.

En torno a las doce del mediodía, decenas de ciudadanos de a pie y responsables políticos e institucionales unidos por la indignación se arremolinaron a las puertas de la Subdelegación del Gobierno em Zamora para condenar la tragedia. Consternados, entre la tristeza y la rabia, todos ellos guardaron un emotivo y prolongado minuto de silencio en memoria de la joven asesinada el pasado jueves en Castrogonzalo.

El mutismo dio paso a un prolongado aplauso en el que se sucedieron las lágrimas y las escenas de dolor. Un sentimiento no solo reflejado en el rostro de los asistentes sino también en los mensajes de las pancartas exhibidas: "No nací mujer para morir por serlo", "Hoy estamos aquí por Leticia, ¿a cuántas más nos tienen que asesinar para darnos cuenta que es un problema de todxs?" o "Valientes ya somos, nos queremos vivas y libres".

Unas consignas que también fueron entonadas al grito de "Si nos tocan a una, nos tocan a todas", "Ni una menos", "De noche y borracha, quiero llegar a casa" y "Tranquila, hermana, aquí está tu manada", en alusión a la joven violada en los Sanfermines de 2016. Precisamente, la plaza de la Constitución también fue el escenario de las protestas en contra de la sentencia dictada a los cinco miembros de La Manada apenas diez días antes. La pregunta, evidente: ¿Hasta cuándo? "Esperemos que ni un minuto más", respondía una veinteañera, quien instaba a la Administración a adoptar "medidas reales y eficaces".

Su voz fue una de las muchas que se alzaron durante la concentración en Zamora. "Conocía a la familia de la víctima, me siento muy mal", titubeaba una mujer. "He hablado con mi amiga, están muy mal... lo siento", decía antes de romper a llorar. "Nos parece deleznable que una chica no pueda pasear ni a plena luz del día en su propio pueblo (...) Hoy luchamos por ella y por todas las mujeres que faltan", añadía otra joven. Todas coincidían en el origen de esta lacra: la educación. Ataviada con una camiseta de color morado con el mensaje "Vivas, libres, unidas por la igualdad", una maestra se preguntaba: "¿Qué personas estamos educando?". La docente censuraba la normalización de ciertos comportamientos en el colegio de su hijo como el hecho de dejar pasar primero a las niñas antes que a los niños. "Son gestos machistas que son el caldo de cultivo de toda esta violencia", denunciaba no sin defender la labor del profesorado: "Todos al final somos víctimas de la educación", lamentaba.

"Yo fui víctima de una agresión sexual y cuando ocurren casos como el de Leticia, vuelven los viejos fantasmas", confesaba con la voz entrecortada otra mujer. "Lo vuelves a revivir todo, es muy duro... es muy difícil".

Pese a la consternación de la ciudad, la exigua respuesta a la convocatoria del colectivo feminista Nosotres Zamora en la capital no pasó inadvertida. "Qué tendrá que pasar en esta ciudad para que la gente salga a la calle", lamentaba una lectora. "Qué poco humanos", añadía otra.

La concentración resultó ser más numerosa en Tábara, pueblo natal de la víctima, en cuya Plaza Mayor se reunieron todos los vecinos de la villa para acompañar en su duelo a la familia de Leticia Rosino, además de decenas de personas llegadas de otras localidades de la comarca y de Castrogonzalo. En primera fila, la familia de Leticia sujetaban la misma pancarta que se pudo ver el día anterior en la localidad benaventana con el lema "Lety, siempre eterna", mientras los parientes más cercanos lloraban abrazados, rotos de dolor, unas filas más atrás. Los cinco minutos de silencio por la joven tabaresa se quedaron cortos, y aunque el acto de duelo terminó oficialmente con un aplauso, el silencio aún se prolongó varios minutos más. Tábara estaba rota de dolor por la trágica pérdida de una vecina llena de vitalidad y no había ganas de hablar. Aparte del piar de los vencejos solo se podían oir algunos sollozos y respiraciones angustiadas, pues casi nadie pudo reprimir las lágrimas en la mañana de ayer. El suegro de la víctima fue quien ejerció de portavoz de la familia y tomó el micrófono para agradecer la respuesta de la gente a la convocatoria. También lo hizo el alcalde, José Ramos San Primitivo, ante el éxito "de un acto que nunca hubiéramos querido hacer", así como el líder de la oposición en el Ayuntamiento de Tábara.

En la villa, la concentración se vivió como un acto de luto, una previa al funeral que por la tarde desbordaría las calles, pero también se vieron pancartas con fotos de Leticia y lemas que reivindicaban justicia para la víctima, algunos de los cuales fueron tímidamente coreados antes de deshacer el círculo.