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-Volvamos a los motivos que llevan a los emigrados a quedarse permanentemente en el país de destino. ¿Qué les retiene?

-Al principio hay cierto miedo en ambos sexos, cosa normal. Pero después la gente joven es capaz de socializar más, se dan cuenta de que se encuentran bien. Cuando pasa un año y medio y no han vuelto consideramos que ya hay muchas posibilidades de que no lo hagan. Además, no existe el desarraigo que tenían los emigrantes de los libros de historia ni de las películas basadas en los movimientos de población de hace muchos años. Ahora la conexión con la familia y amigos es prácticamente instantánea a través de Internet. Construyen su vida y, cuando se dan cuenta, se han quedado allí.

-¿No cree que es un punto a mejorar? Ya sabe, la llamada "fuga de talentos"...

-Por supuesto. Tenemos que ser capaces de trabajar en este sentido. Tenemos que preocuparnos por no mejorar el efecto retorno de los jóvenes que se van de España. Salen para conocer mundo, para trabajar, para formarse... pero tenemos que trabajar para que vuelvan cuando consideren que han cumplido sus objetivos. Ya no estamos en los movimientos de población de la postguerra, cuando se salía por trabajo y muchas veces no se regresaba a España. Ahora se pueden comparar condiciones y elegir lo que es mejor para cada uno. Cuando salen, sobre todo las mujeres, se encuentran con grandes diferencias en sus trabajos. Mayores sueldos, mejores condiciones y más igualdad. Si a eso le sumas que se hacen amigos, hay facilidades para adquirir una vivienda, ayudas a la natalidad... Todo suma y al final el resultado puede ser la llamada "fuga de talentos". Pasa menos en los hombres que, insisto, salen mucho para prepararse pero después tienen sencillo volver a España y acceder a puestos con buenos sueldos.

Para frenar esto sería fundamental conseguir la igualdad de salarios en España. Es un hecho que las mujeres tienen de media un 25% de salario menos que los hombres, lo que lleva a muchas a salir como voluntarias o "au-pair" en busca de un futuro mejor que el que les espera aquí. En el extranjero se hacen más autónomas, más adultas y cuando tienen que regresar a España, a la casa de familia, lo ven como un problema porque aquí van a seguir siendo dependientes cuando allí pueden conseguir sus objetivos.

-Por lo que dice, el reconocimiento del estatus profesional es un motivo mucho más intenso en mujeres que en hombres a la hora de salir de España.

-Por supuesto. Es lo que nosotros llamamos bienestar psicológico. Los jóvenes están deseando ser reconocidos profesionalmente y esto lo ven como un objetivo más fácil en el extranjero que en España. Cuando están fuera durante un tiempo y enriquecen su currículum es un hecho, y así se lo toman tanto chicos como chicas, que son profesionalmente más valiosos para las empresas españolas. Todo lo que han aprendido cuenta en el mercado de trabajo y quieren ser reconocidos por ello. Por eso decimos que no debemos tener miedo a que los jóvenes salgan de España, porque van a venir mejor formados y van a ser más valiosos. Pero claro, para eso tienen que regresar.

-¿Cómo puede fomentarse el retorno de los jóvenes formados que salen de España?

-Hay muchas cuestiones que nos invitan a pensar que tenemos que cambiar las políticas de apoyo a la globalización. Hay que dar más ayudas para que los jóvenes salgan al extranjero. Las becas Erasmus son un buen comienzo, pero son muy escasas y son las familias que se quedan en España las que tienen que financiar la estancia en el extranjero. Tenemos que fomentar que los jóvenes se sientan seguros para volver a España. ¿Cómo? Dando las mismas oportunidades que tienen fuera. Cuando vuelven las empresas deben ser conscientes de que su formación es mejor, que los estudios valen más y que la experiencia vital es más importante. Tenemos que instaurar en España esas ayudas de las que hablamos para tener descendencia o acceder a una vivienda para la gente joven. En definitiva, facilidades que les hagan pensar que no van a perder categoría por regresar a su país. Hay que trabajar para sostener la población en el territorio. Fomentar que viajen, pero animarles a volver siendo conscientes de que vuelven enriquecidos.

-¿Hay diferencias entre los destinos escogidos por hombres y mujeres?

-Sí, y bastante importantes. Las españolas prefieren emigrar a Inglaterra, Italia, Irlanda y Francia, por este orden. Los chicos también viajan a Inglaterra, pero lo hacen en un porcentaje bastante inferior al de ellas. Los españoles optan fundamentalmente por Alemania, los países nórdicos o Austria. Ellos viajan para formarse en empleos que son fundamentalmente técnicos, de ciencias exactas y relacionados con la tecnología de una manera muy directa. Ellas tienen una formación más relacionada con las ciencias sociales o con las ciencias de la salud.

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