Hace ocho años, el ingeniero y consultor Alejandro Macarrón comenzó a analizar los datos demográficos de España y la conclusión hizo que se llevara las manos a la cabeza. Su primer análisis lo expuso en "El suicidio demográfico de España", un libro que le abrió un nuevo camino como referente de opinión sobre demografía en diversos medios de ámbito mundial. A continuación, ofrece su original perspectiva, fruto de un análisis como consultor empresarial y sus conocimientos autodidactas de la demografía española.

- Empresa y demografía, ¿cuál es la relación?

-La demografía es la base de todo, la población es el sustrato humano de un país o de una empresa. En un mercado en el que la población tienda a menguar, habrá menos oportunidades para el desarrollo de las empresas. Si envejece, los hábitos del consumo serán también diferentes. Por otro lado, una mano de obra envejecida y escasa condiciona y lastra la economía. El problema ahora es que nunca habíamos vivido la situación actual: nunca antes la población había sido tan longeva.

- Primera certeza, nos enfrentamos a un escenario desconocido, ¿cuándo arranca este fenómeno?

-La natalidad o tasa de fecundidad lleva cayendo 150 años en España, pero bajaba más la mortalidad infantil y juvenil y no se notaba. El desarrollo industrial y la modernización han llevado consigo unas mejoras en la alimentación y en la medicina que han garantizado poder vivir más. El inconveniente para España comienza hace 35 años, cuando empezamos a tener menos hijos de los necesarios para el reemplazo de la población. Si cada cien personas que pueden tener niños engendran menos de cien bebés, la conclusión es que la siguiente generación será más pequeña. Y eso es lo que pasa en la actualidad. En Zamora es aún peor: cada cien jóvenes tienen cincuenta niños o menos. La siguiente generación será la mitad mientras la esperanza de vida sigue creciendo. Tenemos dos dificultades: menos gente y más mayores, que necesitan atención y ya no pueden producir.

- ¿Cómo explica los movimientos migratorios a las ciudades?

-Con la industrialización, se produce un fenómeno: la población tiende a concentrarse en ciudades y se van dejando vacíos pueblos y zonas pequeñas. En sí, esta circunstancia no es grave. Si se crea una mayor riqueza y el Estado la gestiona bien, podemos generar fondos para la cohesión social y compensar las desigualdades. Más que el mundo rural, a mi me preocuparía que las ciudades tampoco generaran riqueza para redistribuirla al campo.

- ¿Cuál es el problema real de la natalidad en el país?

-Desde hace 35 años tenemos una fecundidad inferior a la del reemplazo. Cuando murió Franco había 2,8 hijos por cada mujer -hacen falta 2,1 para ser sostenibles-, y eso generaba crecimientos positivos de población, no salvajes, pero sí una situación ideal. A partir de 1977, cayó la natalidad de forma muy fuerte.

- Si tuviéramos un mapa de calor, veríamos claramente cómo unas zonas se quedan sin población, mientras que otras no sufren ningún efecto, ¿por qué?

-En todas las sociedades modernas hay una tendencia a la concentración en las ciudades, lo que pasa es que las zonas que se quedan despobladas, a la vez que no han tenido suerte en la industrialización, han padecido una muy baja natalidad. Y eso se observa con facilidad en España, comparando Castilla, Aragón y Galicia con Andalucía. Allí la fecundidad no es suficiente, pero claramente mayor que la media nacional.

- En Zamora, un nacimiento por cada tres fallecidos, ¿qué le sugiere el dato?

-Como vengo del mundo de la empresa, esto es similar a la diferencia entre ingresos y costes. En el conjunto de país, gracias a los inmigrantes, estamos a cero. En Zamora, fue como un latigazo ver que, igual que en Lugo y en Orense, la proporción estaba dos a uno. ¡Y ahora ha subido a tres! Los números dan una idea de que el capital humano se está perdiendo a chorros en la provincia.

- ¿Qué futuro le aguarda a Zamora?

-Proyectar es decir hacia donde vas si nada cambia. Si Zamora no reacciona, lo que proyecta es la desaparición. Una provincia cada vez más envejecida y despoblada se encuentra en una espiral de la muerte? y ya no tan lenta.

- Seguro que en una compañía se le ocurriría un decálogo de medidas para revertir la situación, pero la población no es igual, ¿verdad?

-Claro, es algo mucho más complicado y el problema de Zamora es muy agudo. Lo primero que hay que hacer es diagnosticarlo y ser consciente de que tienes que corregir algo. En la última encuesta del CIS, se decía que se había duplicado en un mes la preocupación por el futuro de las pensiones. Nadie en treinta años de encuesta del CIS ha salido que hay un problema de nacimientos en España. ¿Cómo vas a reaccionar si no conoces el problema?

- ¿Quién debe analizar y detectar los desequilibrios de la despoblación en la sociedad?

-Primero, es cosa de todos porque nos afecta. En mi caso, modestamente, como me quedé espantado de que mi país fuera así, he contribuido para darlo a conocer. Ahora bien, debemos exigir a las autoridades que se impliquen porque les pagamos para que velen por el bien común. Y los medios de comunicación tienen también un papel crucial.

- Parece claro que muchos pueblos de la provincia desaparecerán en los próximos años, pero ¿qué consecuencias reales puede tener este hecho?

-El que los pueblos cierren es triste, pero si la gente puede irse a vivir a algunas ciudades pequeñas y tienen servicios, no es tan dramático. Es un fenómeno universal. En Andalucía, por ejemplo, hay pueblos más grandes que en Zamora gracias a la mayor natalidad y no es una región muy rica. De hecho, es una comunidad con más paro que Castilla y León.

- Hablaba antes de las pensiones, ¿qué opina de la tan comentada sostenibilidad del sistema?

-Las pensiones se inventaron cuando la proporción de personas mayores era muy pequeña. Ahora estamos ya en solamente dos trabajadores por cada jubilado y eso es insostenible. O bien las prestaciones son muy bajas o el lastre para quienes producen riqueza, muy grande. Habría que hacer dos cosas simultáneas. La primera, elevar la edad de jubilación, que se fijó en 65 años hace un siglo, cuando la esperanza de vida era menor. Y, sobre todo, necesitamos corregir la base con más niños. Ya no es solo una situación de pensiones, también de gasto en sanidad y dependencia. Hay además un problema: los pensionistas son el grupo más importante de votantes y los políticos les prometen que tienen derecho a todo. Si lo dirigentes se pasan de frenada y les dan más de lo que pueden tener, acabaremos en suicidio. Iríamos hacia una gerontocracia, no en el sentido de los griegos, sino del dominio de la masa por los jubilados.

- El presidente Rajoy habló hace semanas de completar las pensiones con planes privados, ¿cree que es una solución?

-En una situación como la actual, lo aconsejable es ahorrar de la forma que sea. Dicho de otro modo, conviene recoger leña para calentar la chimenea porque el invierno viene duro.

- España en relación con el resto de países de Europa, ¿es un caso singular?

-Cada país tiene su singularidad. La española es que la natalidad cayó más tarde que en otros países, porque el régimen político anterior era natalista y tradicional. Eso hace que nuestra sociedad todavía no sea de las más envejecidas. Lo que sí es singular en España es que la tasa de fecundad ha sido la menor del mundo durante años.

- Si España y Zamora fueran una empresa, ¿cuál sería su futuro?

-Muy triste. Una empresa, cuanta más deuda tiene, más tiempo tardará en amortizarla. Las perspectivas de España son malas y las de Zamora, muy malas, en términos demográficos. A veces, las circunstancias te obligan a reaccionar y el ejemplo es la crisis económica y las empresas españolas, que se han volcado al exterior para poder subsistir. Zamora, como verá antes las orejas al lobo, deberá reaccionar con prontitud. Con tres fallecimientos por nacimiento y dentro de poco cuatro, el futuro de Zamora es la desaparición, la muerte.