La Junta de Castilla y León decidió hace un año poner coto a los apartamentos y viviendas de uso turístico para evitar las prácticas de intrusismo en este tipo de alojamientos y la competencia desleal con la oferta de pisos privados. Para ello, vía decreto, implementó una serie de medidas como un régimen sancionador por incumplimiento de la norma que oscila entre 9.000 y 90.000 euros. A lo largo de estos doce meses, los controles se han identificado en las nueve provincias para defender tanto a los profesionales del sector como al propio usuario, que puede ser estafado por un servicio deficiente y sin registro alguno. No en vano, uno de los objetivos principales del decreto es el de controlar la actividad clandestina, en concreto la oferta de alojamientos de viviendas que se publicitan en las páginas web especializadas, así como promover la calidad y la excelencia del turismo; favorecer la iniciativa, innovación y competitividad del tejido turístico empresarial; elevar la confianza del cliente en la oferta y la calidad de los servicios, así como reforzar los derechos de los clientes.

El usuario, por lo tanto, está ciertamente amparado por una normativa que los profesionales del sector turístico aún consideran laxa. De hecho, el auge de este tipo de alojamientos es cada vez mayor, pero las críticas no terminan de cesar.

Hay quienes realizan la cuenta atrás para la Semana Santa de Zamora desde el Domingo de Resurrección anterior y quienes descuentan los días para "huir" de tanta Pasión. Frente a aquellos que hacen la maleta con fervor para regresar a casa, también existen los que cogen su equipaje para marcharse lejos de la capital del Duero en su semana más especial.

Bien es cierto que siguen siendo una "rara avis", pero el grupúsculo de zamoranos que cada año elude deliberadamente uno de los principales atractivos turísticos de la capital no deja de configurar una realidad paralela a la burbuja en la que se sumerge la ciudad desde el traslado del Mozo hasta el olor a pólvora que da el pistoletazo de salida a la temporada romera. El gentío, su batahola, la odisea de encontrar aparcamiento, los continuos cortes de calles y el sonido constante de las cornetas y tambores son algunos de los argumentos que motivan este cambio de "hábito" en aquellos que deciden abandonar Zamora para viajar a otro lugar durante Semana Santa.

Así lo atestiguan desde la Asociación Zamorana de Agencias de Viaje (Azav). Las seis empresas que forman parte del colectivo ratifican la baja demanda de este tipo de escapadas, pero coinciden en el perfil del viajero y en la elección del destino: familias que ponen rumbo a Disneyland París, grupos estudiantiles que aprovechan las vacaciones escolares para realizar algún tipo de excursión cultural y parejas de mediana edad con un poder adquisitivo medio alto que, o bien deciden conocer de manera "exprés" alguna capital europea como Praga o Berlín, o bien optan por el tradicional turismo de sol y playa en la Costa Blanca o canaria. "Todas las agencias estamos ganando un poquito en ventas en Semana Santa, pese a que no estemos fuera del todo de la crisis, parece que la gente está más propensa a gastar y a quedarse menos en la ciudad", explica Daniel Hernández, presidente de Azav. Los circuitos por Portugal son otras de las propuestas solicitadas por esta minoría de viajeros, quienes también se interesan por estancias cortas en lugares con encanto del norte de España. Distintas "vías de escape" a Zamora, parada de obligado cumplimiento durante esas fechas para la gran mayoría de zamoranos.