El presidente de la Conferencia Nacional de Decanos y Directores de Ciencias de la Educación, Juan Carlos San Pedro Veledo -también decano desde hace siete años de la facultad de Formación del Profesorado y Educación de la Universidad de Oviedo- es otro de los ponentes de la I Jornada MIR docente, organizada por LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA y patrocinada por Fundación Caja Rural, para el próximo miércoles en el Campus Viriato. El colectivo que preside es un firme defensor de este cambio en la formación de los futuros profesores.

-¿Cómo surge la necesidad de elaborar lo que vulgarmente se conoce ya como MIR docente?

-Las facultades de Educación llevábamos tiempo trabajando en las dificultades que presentaba la formación inicial de maestros desde hacía tiempo, con la nueva implantación de los grados de Bolonia. En ese momento es cuando se instaura la Lomce y se empieza a hablar de una cierta insatisfacción por parte de la sociedad con respecto a la formación. Era una situación un poco injusta, porque los grados tuvieron como resultado sustituir el CAP, que era un curso muy liviano y que había nacido para solventar una situación puntual, aunque al final tiene más de 30 años de vigencia. Por otro lado, en la legislatura fallida del PP, donde no pudo formar gobierno a pesar de ganar en las urnas, llegó el Libro Blanco de la Educación, en el que se planteaba la formación.

-¿Cuándo unieron fuerzas con la Asociación Nacional de Estudiantes de Educación?

-Fueron ellos quienes presentaron un proyecto al ministerio, donde se solicitaban unas prácticas docente posteriores a la titulación, que sirvieran de inserción laboral, reguladas y tuteladas. En cierto sentido, podían equipararse a lo que es el MIR de Medicina. Nosotros asumimos el documento e intentamos hilvanarlo con todas las propuestas anteriores.

-¿Cuáles fueron los primeros pasos juntos?

-En verano hicimos un monográfico sobre el MIR educativo en la Universidad de Santiago. Invitamos al ministerio y varias consejerías de educación, estableciendo una serie de acuerdos y llegando a la conclusión de que no se podía traspasar el modelo MIR tal cual, pero sí era necesario establecer una carrera profesional docente diferente a la que hay ahora, que se resume, prácticamente, en aprobar la oposición y después envejecer. Es una cuestión solamente de méritos relacionados con la antigüedad. Había que hacer una carrera profesional que tuviera un sentido ligado a investigación, innovación y formación. Lo que proponíamos era alinear lo que hacemos en las facultades más la formación continua que los profesores y maestros van a recibir a lo largo de su vida.

-¿En qué bases se apoya?

-Hicimos una planificación de algo que denominamos desarrollo docente, que empieza cuando los estudiantes entran en la facultad y termina el día que se jubilan. No es exactamente la idea del MIR, es algo más global y serio, fundamentado en la necesidad de establecer centros de referencia, que sean buenos para que nuestros estudiantes aprendan y que, a la vez, sirvan al tejido educativo para poner en práctica aquellas cuestiones que sean innovadoras, similar a los hospitales universitarios.

-¿Qué beneficios traerá a los futuros profesionales?

-Uno de los aspectos que no funcionaba bien era el tema de las prácticas. En muchas consejerías, aunque no es el caso de Castilla y León o Asturias, no existe un convenio regulado y en todas hay un número excesivo de estudiantes que tiene que absorber el tejido educativo y lo hace por volumen, no por idoneidad. En estos momentos hay cerca de 170.000 estudiantes de profesorado en España, mientras que de Medicina son 7.000. Estamos trabajando a granel una cosa que habría que trabajar con mucho cuidado. Más allá de eso, un alumno en práctica tendría que estar con un tutor acreditado, preocupado por la innovación y actualización pedagógica y científica.

-¿Cuál sería el nuevo itinerario?

-Una vez que los docentes acaban, en vez de irse a una academia a preparar unas oposiciones eminentemente teóricas y decontextualizadas de lo que es la práctica educativa, los estudiantes y nosotros pedimos que los candidatos a docente pasen una temporada de dos años en un aula con tutores acreditados y llevando a cabo una mejora de su formación paulativamente, con uno o varios tutores, dependiendo del itinerario, pero adquiriendo las competencias de forma tutelada y evaluada. Además, en ese proceso cobrarían un sueldo y habría hasta dos o tres docentes por aula, algo positivo, porque es necesario para permitir hacer una serie de metodologías más activas y pegadas al alumno.

-¿En qué punto quedarían entonces las oposiciones?

-El cómo pasen a ser funcionarios, el acceder a una oposición para tener una plaza determinada, tendrían que decidirlo las comunidades autónomas o el gobierno.

-¿Han pensado en que los interinos pueden quedar en tierra de nadie?

-No habrá conflicto con el profesorado interino, que es muy numeroso y hay que darle una salida de estabilización, porque llevan muchos años trabajando. Estamos hablando del futuro y de que, una vez que ese profesorado esté absorbido, tendremos que plantear que los siguientes profesores accedan al sistema con estos dos años de prácticas formativas y evaluables, en vez de con una oposición.

-¿Qué se necesita para poner en marcha este nuevo sistema?

-El convencimiento político. Nuestra ronda de contactos con los agentes políticos muestran buena sintonía con el modelo. No concreta nada voluntariamente, como el acceso a la facultades, porque eso es una decisión que tenemos que tomar teniendo de hecho incluso derecho a equivocarnos. Los políticos se están pegando en estos momentos por un examen, por un criterio, pero creo que eso viene luego. El acuerdo ya existe, pero se está ligando al Pacto Educativo. Creo que esto podría ponerse en práctica primero con la voluntad política y luego con leves cambios normativos, no habría que espera a ese pacto. Lo que está claro es que si diseñamos cualquier cosa en educación y lo llevamos a cabo en la situación actual, está abocado al fracaso.

-¿De qué adolece el actual sistema?

-Que un país como el nuestro decida que va a seleccionar a sus docentes en la última quincena de julio, sorteando en un bombo el apellido, es de locos. No estamos seleccionando bien al profesorado y eso es muy injusto para ellos, porque la gente se prepara, está a la última y luego tiene que retroceder el reloj veinte años, cuando se presenta para adecuarse a lo que los tribunales esperan de ellos. Es un poco ridículo, en muchas de las comunidades no les dejan ni poner una presentación cuando exponen, tiene que ser con una pizarra y de viva voz. Es una prueba disuasoria, se presentan mil y solo pueden quedar diez. Lo que buscamos es que ellos tengan un acceso mejor y más digno y que las plantillas de profesorado se configuren con respecto a mérito, capacidad y, sobre todo, que se pueda demostrar.

-¿Confía en el cambio?

-Las comunidades autónomas están por la labor, va a haber un frente común, independientemente del signo político. Sencillamente, habría que ser muy generosos con la plantilla actual y la situación sobrevenida y tomar las medidas con respecto a la fase de concurso oposición de cara al futuro para hacerlo compatible. Es relativamente sencillo pensar que dentro de cinco o diez años las personas que estén estudiando, que espero que sean menos que en la actualidad, puedan acceder a la plaza de profesor sin pasar por un concurso como el actual, sino mediante un itinerario formativo, tutelado y evaluado.