Evidentemente, su coste es mayor. Pero lo que para unos puede suponer un gasto innecesario, para otros significa una inversión. Tal y como destaca Jorge Bermejo, las cubiertas ajardinadas no solo están de moda por su imagen sino también por el impacto económico que generan en los inmuebles.

"Tienen una capacidad de aislamiento térmico y acústico muy grande, por eso es muy interesante. Al final estás creando algo que estéticamente es bonito y además tiene sus funcionalidades técnicas", explica. Los edificios que poseen jardines en los tejados tienen una capa con depósitos de agua, ventilación de aire y sustrato vegetal. "Todo ello evita el calentamiento de la cubierta y ofrece mayor confort en la edificación", resume.

"Además, cuando hay una tromba de agua, la cubierta ajardinada permite que el agua tenga un retardo y no vaya por las bajantes de forma tan directa porque se va acumulando en los drenajes y los sumideros se benefician de que no entren en carga de una forma tan radical. Los costes lógicamente son más elevados que una cubierta invertida tradicional que va con un aislamiento con grava, pero al final todas estas cosas hay que mirarlas como una inversión en aislamiento térmico, acústico y en medio ambiente", reflexiona.