Las cigüeñas anidadas en gran parte de los campanarios de la capital han sufrido los estragos de pasar toda la noche bajo la nevada. Esta mañana muchos transeúntes se han sorprendido al encontrarse a estas aves a pie de calle, como si fueran unos peatones más. Pero estos animales no han bajado al suelo por voluntad propia si no por su imposibilidad de levantar el vuelo como consecuencia de la nieve y el hielo acumuladas en sus alas.

Algunos vecinos han optado por echa una mano a estas aves, acostumbradas a su cercanía a las personas. En Gáname de Sayago no han dudado en coger un secador para ayudar a la cigüeña de esta localidad a secar sus plumas para regresar a su rutina diaria.