Manu, el protagonista del informe que lleva su nombre -donde la catedrática Cristina Rueda ponía en evidencia los problemas de acceso a la facultad de Medicina de mentes brillantes de Castilla y León debido la alta exigencia en los exámenes de la EBAU en comparación con otras comunidades- ha logrado este curso acceder a su carrera soñada , tras volver a presentarse al examen de Selectividad. "Está sacando unas notas excelentes, aunque ha entrado un año después de lo deseado y tras un largo periplo y un gran desgaste emocional", apunta Rueda, quien no comprende cómo las autoridades responsables no se ponen ya "manos a la obra" para acabar con estas desigualdades de entrada estudios superiores, una lucha en la que también está la agrupación de origen zamorano Asociación para un Acceso a la Universidad en Igualdad.

-Cada inicio de curso académico realiza un estudio sobre los alumnos que llegan de fuera de Castilla y León a estudiar a la facultad de Medicina de Valladolid, donde usted trabaja. ¿Ha vuelto a incrementar esa cifra este año?

-Según los datos que manejo, así ha sido. Este curso solo el 44% de estudiantes de la facultad son de Castilla y León y el resto de fuera.

-¿Este alto porcentaje sigue siendo preocupante?

-Claro, porque es más bajo que en los curso anteriores. Y en Salamanca todavía es más destacado, con solo un 35% de estudiantes de Castilla y León en la facultad de Medicina de la USAL.

-Echando la vista atrás, ¿creía que tendría tanto recorrido el Informe Manu? ¿Que sería el germen de este movimiento a favor de una Selectividad unificada en todo el territorio nacional?

-La verdad es que no, no me había parado a pensarlo. Yo me dedico a lo mío y realmente a veces no vivo mucho en el mundo real, pero todas las cosas que se demuestran y se hacen visibles, tienen un recorrido.

-¿Qué es lo que más le satisface de lo que se ha logrado con este informe?

-Sobre todo, el que se haya conseguido una difusión sobre el problema, aunque, personalmente, considero que en realidad todavía no se ha avanzado mucho. Mi preocupación es que no hay ninguna medida puesta en marcha aún, ningún responsable académico ni educativo que haya cogido la bandera, por mucho que nuestro consejero de Educación se haya pronunciado. Porque el problema no solo es un examen único, se trata de algo que va mucho más allá. Y me preocupa que se quede en nada, que al final no tenga ninguna consecuencia en los cambios de las políticas educativas ni en el sistema de acceso. Se ha hecho visible el problema, pero no ha cambiado nada.

-¿Hacia dónde sería necesario que avanzaran esos cambios que demanda?

-Me gustaría que la Conferencia Sectorial de Educación tratara este problema, porque una de sus funciones es examinar y proponer medidas que garanticen la igualdad básica de los ciudadanos en el ejercicio del derecho a la educación. Es el órgano donde se tendría que discutir esto. Además, sirve de canal de comunicación entre el ministerio y las comunidades autónomas, así que estoy sorprendidísima de que esto no se haya tratado en esa conferencia. Yo le pediría al consejero y a quien corresponda que este tema se trate, de verdad, en este organismo y que se avance hacia algún lugar.

-¿Qué pasos tendría que tomar a partir de entonces?

-Tengo claro que la Conferencia Sectorial de Educación debería proponer que una comisión trabajara sobre el problema, que no tiene una única solución, sino muchas, y algunas muy sencillas. Lo que no puede ser es que mantengamos esta desigualdad, que es tremenda, y que además conlleva graves consecuencias para el futuro de la región, más importantes de lo que pensamos. Así que yo pediría a los responsables educativos que se tomaran en serio el problema y nombraran una comisión de expertos para trabajar sobre una solución. Por otro lado, lo que tendría que hacer el Ministerio de Educación, si no se fía de los resultados de los resultados como los del Informe Manu, es elaborar sus propios estudios. Que no lo haya hecho todavía me parece, como mínimo, sorprendente. Solo con ver los resultados de las EBAU del año pasado se daría cuenta de lo que está pasando.

-¿Qué consecuencias tiene esta situación, más allá de que una persona no pueda entrar en la facultad que desea?

-Una consecuencia que tiene que ver con las facultades de medicina es que es probable que los resultados en el MIR, que de alguna manera identifican las bondades de la facultad, cada vez sean peores. De hecho, el pasado año los resultados de Salamanca han sido bastante malos. Además, si tenemos pocos estudiantes de Castilla y León en nuestras facultades, ya sea en Medicina o en otra carrera, tendremos pocos profesionales que quieran ejercer en nuestra región, porque muchas veces tu lugar de nacimiento te atrae y tienes tendencia a querer trabajar en tu tierra. Por otra parte, resulta que hay un déficit importante en algunas especialidades médicas y esto se puede agravar enormemente. Al final, vamos a tener problemas porque no habrá médicos de Castilla y León. Y es que es más fácil que un zamorano quiera volver a su tierra para trabajar a que un canario se quede ejerciendo en Zamora.

-Con el cambio que se exige, ¿cómo sería la universidad?

-Cambiar el acceso provocaría que más castellanos y leoneses estudiaran Medicina, por ejemplo, no solo en Valladolid, sino en toda España. Cada año podemos estar perdiendo formar a cien estudiantes y eso es muchísimo. En segundo lugar, lo que nosotros defendemos, y está demostrado en el Informe Manu, es que no solamente los estudiantes están entrando en desigualdad, sino que entran los que están peor formados y tienen menos talento. Así que con el cambio tendríamos mejores estudiantes y en un porcentaje mayor de la región.

-¿Eso no se podría ver como un desmérito para el resto de estudiantes?

-Eso solo redunda en un nivel más alto para el resto de estudiantes, porque cualquier profesor sabe que el nivel de un alumno tira el de lo demás. Donde hay estudiantes buenos es beneficioso para los buenos y para el resto, porque tiran del grupo. Eso hace que el nivel aumente, haya mejores resultados y mejor formación y a la larga se obtengan mejores resultados en el MIR. Todo es positivo.

-Así que sería bueno no solo para los estudiantes de Castilla y León, sino para todos los compañeros de facultad.

-Lo que está claro es que deben entrar los que tienen más talento, no los que son de Castilla y León. Pero no están entrando en porcentaje los de esta comunidad y por eso estamos perdiendo el talento de la tierra.

-¿Los beneficios se podrían extrapolar también a los profesores universitarios?

-Los profesores llevamos muchos años denunciando que se ha bajado el nivel, así que se beneficiarían en el sentido de que cuanto mayor nivel haya en clase, la docencia será más agradable. Además, hay otro problema a nivel de administración. La gente que viene a estudiar a Valladolid y no era su primera opción, luego intenta irse en cuanto tiene ocasión. Y eso crea una marea de alumnos que van y vienen. Los responsables de la administración se vuelven locos los dos primeros meses con la entrada y salida de estudiantes.

-¿Por qué no está de acuerdo con un examen único de Selectividad, como se propone desde la Asociación por un Acceso en Igualdad a la Universidad?

-Es que no creo que sea justo. Un examen único se convertiría en un acceso en desigualdad para las comunidades donde el sistema educativo es más débil. Llevamos tantos años haciéndolo al revés que algunos creen que conviene ahora hacerlo en desigualdad por el otro lado. Pero es que además es muy complicado desde el punto de vista práctico. Tendría que ser un mismo día, todos a la vez, consensuado entre las comunidades y con un sistema de corrección igualitario. Y creo que el problema fundamental radicaría en que es imposible que las comunidades autónomas se pusieran de acuerdo en el tipo de examen y, sobre todo, en el sistema de evaluación, porque las autonomías donde el sistema educativo es menos exigente, iban a tener resultados pésimos.

-¿En qué se basa, entonces, su propuesta alternativa de acceso?

-Si suponemos que el talento está igualmente distribuido en todas las regiones, habrá que buscar a los mejores de cada zona, que serán quienes puedan estudiar las carreras más demandadas. Por ejemplo, Canarias y Castilla y León tienen un porcentaje muy parecido de estudiantes de EBAU, en torno a 12.000 jóvenes, pues deberían cursar el mismo número de estudiantes canarios y castellanos y leoneses Medicina. Eso es justo, porque sería una manera de asegurar de que desde canarios hasta extremeños tuvieran las mismas oportunidades, independientemente de la exigencia previa y el examen de la EBAU. Existe una manera de hacerlo, que es utilizando percentiles, con los que se logra la normalización de las notas. Permite que cada región examine de la manera que mejor le convenga y considere y pone en orden a sus estudiantes para colocar a los mejores primero. Pero no por la nota, ya que no se puede igualar un 14 en Extremadura con un 14 de Castilla y León.

-¿Sería este sistema más sencillo de implantar?

-Por supuesto, porque se podría hacer de manera inmediata, no habría que cambiar nada. Ahora, son las autoridades educativas y la opinión pública quienes tienen que entenderlo. El mayor desgaste habría que hacerlo en intentar explicar el sistema nuevo, pero estoy segura que ese coste sería muchísimo menor que el que supondría la implantación de un examen único. Las personas que lo han entendido, según mi experiencia, aceptan la alternativa, pero hay que hacer un esfuerzo para comprenderlo, aunque no es complicado matemáticamente. Simplemente, se trataría de un cambio de sistema.

-¿Los políticos son los más difíciles de convencer?

-Ellos en seguida buscan los inconvenientes. Desde mi punto de vista, lo que propongo es un sistema justo, pero si no lo quieres comprenden, en seguida buscan excusas.

-¿Sabe si se ha hecho algo similar a su Informe Manu en facultades de otras comunidades?

-Lo curioso es que la opinión pública de otras comunidades, por ejemplo en Galicia, que tienen un problema similar a Castilla y León, está también preocupada. Pero las autoridades no cogen el testigo, que es lo mismo que pasa aquí. Al rector de Valladolid no le interesa el problema, no se hace cargo de él. Y me da la sensación de que en Galicia pasa lo mismo. Me parece increíble que las autoridades no resuelvan este asunto. Aunque nuestro consejero hable de examen único, tengo la sensación de que el problema no se ha estudiado, porque el examen único ahora mismo es totalmente inviable. Es una manera de llamar la atención sobre el problema, pero no debe quedarse en eso, tiene que avanzar y dar nuevos pasos. Los consejeros de Galicia y Castilla y León podrían estudiar el problema ellos, porque les afecta de manera importante. Yo he llegado hasta donde he podido, debido a la responsabilidad ciudadana que todos tenemos.