Se define fuerte. Una fortaleza forjada a base de dejarse la piel para ganarse la vida junto a los suyos. Desde muy pequeño le ha acompañado el esfuerzo, bregar, para lograr lo que a otros niños les venía dado. Álvaro Guijarro Pérez, el flamante Míster Zamora 2018, siempre ayudó "en lo que podía" en el negocio familiar, repartiendo churros "desde muy pequeñito, íbamos con las cajas por las casas". Y haciendo lo que podía en el resto de atracciones de los padres vinculadas a las ferias de las fiestas. A los 13 o 14 años ya despachaba en la churrería ambulante Carolina, la que se coloca en La Marina a temporadas, con la que sus padres lograron sacar adelante a nueve hijos y en la que continúa trabajando de cara al público.

Esa vida dura, el mundo marginal del feriante, "te hace madurar y ver la realidad con otros ojos. Eso es lo que me llevo". Aquella infancia con muchas más privaciones de las que cualquier niño de su edad podría imaginar, "has vivido ya un mundo que otra gente no", aunque con las necesidades básicas cubiertas, le ha enseñado a "dar las gracias por todo". Con la misma naturalidad con la que habla de ese pasado "muy duro" y tan reciente muestra el orgullo de haber superado esos tiempos más oscuros, de haber salido adelante, con tesón, "con fe siempre", recalca.

Aquellas vivencias le han mostrado también "el valor de muchas cosa, de cualquier cosa porque yo hace años no me podía permitir vestir, comprarme cosas que otros chicos tenían, los de mi clase vestían diferente y tenían cosas que yo no podía. Yo no tenía dinero" para ir a la última.

Ese experiencia es lo que ha moldeado a un joven decidido, le ha ayudado a conocer de verdad a las personas que le rodean, "a la gente que está a tu lado y te quiere de verdad, tengas o no tengas. Eso es lo que valoro, conoces el mundo, cómo son las cosas de verdad". Y aprendió a ser "luchador siempre, desde pequeño". Álvaro recuerda algunas burlas que sufrió en el colegio y que superó con su 1,87 metros y su cuerpo atlético, "te dices "este no es buena persona", yo no hacía diferencias por ser más moreno o porque su padre tuviera un trabajo u otro. Todos somos iguales". Lo único diferente es la realidad que toca vivir a cada cual, declara, "yo a la gente que pisa los platos de otros, la aparto".

A pesar de esa exclusión, supo tirar para delante "siendo yo mismo", tan "transparente" como aún se define, "seguí con mi vida, con mi trabajo..., y empiezan a salirme las cosas bien: ahorro, comienzo a comprarme cosas, conozco a mi pareja que me ayuda y me acepta...". Los "amigos" incondicionales, "de hace muchos años, los que siempre están, cuando no tienes nada y cuando lo tienes", le han hecho el camino más fácil.

Se moverá en mundos muy diferentes desde mayo. Este joven de 20 años aspira a hacerse un hueco en el mundo de la moda tras participar en el certamen nacional de Míster España, una vez seleccionado para representar a Zamora en Los Realejos, en Tenerife, entre el 29 de abril y el 6 de mayo. Sin olvidar, "sé de dónde vengo", no quiere dejar atrás su vida, no pierde de vista que "hoy puedes estar aquí, pero mañana, en otro lado, así que no se puede escupir para arriba". Siempre con los pies en el suelo, Álvaro mantendrá su trabajo en la cadena familiar de atracciones.

Jugador del filial del Zamora Club de Fútbol, tras acabar el grado medio de Auxiliar Administración de Empresas, se volcó en la empresa, en "aumentar el negocio para tener mis ganancias. Me va bien, soy churrero, tengo un zig-zag y una pista de coches de choque". Iniciado a través de Instagram en la moda, sus más de 12.000 seguidores le han propiciado ofertas de algunas marcas para representar sus prendas. Hasta ahí le han conducido ese afán por cuidar su imagen física -nada de juergas y comida sana- y el deseo de "ser diferente y sorprender". En las ferias "no hay gente que se dedique a la moda o el fútbol". Se dice "muy real", con "personalidad, muy abierto, alegre, con humor, muy cercano y sé gestionar bien los problemas". Míster España puede ser su trampolín, pero también "una experiencia más".