Los museos tienen miedo a convertirse en meros contenedores de arte sin público. De ahí los esfuerzos de los nuevos museógrafos se expriman el cerebro para crear entornos atractivos donde el espectador no solo pueda ver objetos, sino también interactuar con ellos e incluso... tocarlos. El Museo de las Ciencias de la Ciudad de las Artes valenciana expresa casi una obsesión porque los visitantes -sobre todo los jóvenes- entren en contacto con la experiencia de la ciencia.

El pasado mes de noviembre, uno objeto singular, vinculado a un personaje tan zamorano como doña Urraca, se convirtió en estandarte de esta nueva cultura. El Cáliz de la colegiata de San Isidoro, en León, fue digitalizado y reproducido en 3D para ofrecer al visitante la oportunidad de verlo en una pantalla bajo cualquier perspectiva e incluso tocar la copa de ónice. Quienes tengan facilidad para dejar volar la imaginación, creerán que están tocando el mismísimo Santo Grial. Tal es la teoría que defiende la historiadora Margarita Torres. Creer tener en tus manos la copa que recogió la sangre de Cristo no es poca cosa. Aquella experiencia se convirtió en realidad gracias a un acuerdo con la firma americana de informática HP.

Ahora, en virtud de un acuerdo con el gigante de la energía, el Museo Arqueológico Nacional hará lo propio con una selección de las 34 mejores piezas de pequeño tamaño de la colección permanente, todas de época medieval. Entre ellas, por supuesto, el Bote de Zamora, caja cilíndrica de marfil que se ha convertido en uno de los más brillantes símbolos de la ciudad, desde que en 2001 fuera la pieza estrella de la edición zamorana de Las Edades del Hombre, RemembranZa. Fíbulas (una especie de imperdible antiguo), arquetas, jarras, aguamaniles e incluso capiteles entrarán en este programa de digitalización.

Una vez practicado el proceso de toma de datos -la filmación de todas esas piezas bajo un cuidadoso proceso- el Museo Arqueológico Nacional (MAN) instalará pantallas táctiles para ofrecer al público una experiencia sensorial más completa.

¿Se podrá abrir el Bote de Zamora y comprobar si dentro hay algo más que un vacío de siglos? Ese es uno de los secretos que guardará la pieza, una de las arquetas que la Catedral conservaba en un relicario hasta principios del siglo XX y que ahora entrará en la era de la revolución tecnológica.