Voy a parafrasear a Celedonio Pérez, querido amigo y certero a la hora de poner el dedo en la llaga cuando habla de nuestra provincia. Afortunadamente casi siempre se refiere a ella, como el ojo que todo lo ve, precisando sobre sus graves vías de agua, y también sus fortalezas, siempre de forma elegante y oportuna. En su artículo del pasado miércoles titulado "Vivimos en una provincia maravillosa" fue momento de hablar con contundencia de las enormes condiciones y cualidades de la misma: "Somos, que nadie lo dude, la envidia de la parroquia". Pues bien, aunque suscribo párrafo por párrafo y concepto por concepto, añadiría la favorable inclinación de los zamoranos hacia la cultura, concretamente hacia la música de calidad y, dentro de esta, el flamenco. No hay otra provincia española, exceptuando algunas, sólo algunas andaluzas, que proporcionalmente puedan presumir de una programación flamenca tan amplia y de calidad como la que disfrutamos por estos lares. Además, tenemos el Festival Flamenco de capital de provincia más antiguo del mundo, un icono junto con las dos ferias en el tradicional programa de San Pedro. ¡A ver si no es, también, para sacar pecho por el flamenco!

Eso es precisamente lo que ocurrió en la segunda entrega del ciclo. Calidad en forma de arte en estado puro y de muchos quilates, con artistas como la copa de un pino pese a tener bajo caché. Así de injusta es la vida, los que más valen no siempre cobran lo que se merecen? Y al contrario.

Salieron los cuatro artistas a la vez, permaneciendo juntos durante toda la actuación. Sin duda esta puesta en escena fue idea de ese mago del flamenco - lo flamenco- llamado José Gálvez, en este caso oficiante como guitarrista y maestro de ceremonias. Esta escenografía determinó el devenir de la velada. Los artistas se sintieron cómodos, "como en su casa" y lo dieron todo. ¡Y qué todo! ¡Con pellizcos a raudales! Abren por bulerías y todos haciendo compás, primero Juan Lara, sigue Felipa La del Moreno y patadita salerosa de Tío Zorri; tientos y tangos, Juan, acordándose de Manolo Vargas al abrir los tientos y de Mairena en los tangos; Felipa por alegrías y cantiñas. Perfecta; monumental tanda de soleares a cargo de Juan Lara ¡para romperse la camisa! Joaquín, La Andonda, Frijones dos, Serneta, Yllanda y solearilla de cierre. Monumental aplauso; puesta de pie y delante del grupo, Felipa ejecuta tangos con interpretación pletórica de compás como toda su actuación en la que demostró ser una auténtica maestra en los cantes festeros; de nuevo bulerías por los dos cantaores y patadita de El Zorri. Descanso.

Abre Juan por seguiriyas para enmarcar, preñadas de jondura y patetismo, Paco La Luz, Francisco La Perla y Manuel Torre; interpreta Felipa dos tarantos también muy aplaudidos; Juan hace cuatro fandangos, el último al aire. Alguien del público pide bulerías por soleá a lo que Gálvez accede, no sin antes matizar que el nombre correcto sería bulerías para escuchar, "además, este palo es el auténtico cante de Jerez. La gente piensa que son las bulerías, pero está equivocada, como ocurre con el vino, la gente piensa que es el fino, y no ¡es el palo cortado!". Insistir que toda la actuación, fue impecablemente llevada, tanto en las explicaciones como en el magistral toque, por Joselito. Juan Lara vuelve a marcar territorio con tres coplas de María La Moreno, Antonio La Peña y El Gloria. Apoteósico. Cierran la espléndida velada nuevamente por bulerías y patadita de El Zorri. Corolario de aplausos pletóricos de emoción y complacencia.

El jueves más, pero seguro que no mejor ni de lejos. Sin embargo, comprobar en vivo que tiene la joven Rosalía para haberse convertido en un fenómeno mediático, tiene su interés.