El químico Juan Ángel Fresno intenta conseguir fondos con los que desarrollar empresarialmente un test que permita determinar qué pacientes con cáncer de riñón tienen riesgo de recaída y lograr así que el producto se pueda comercializar y no pase como una anterior patente de un test similar pero diseñado para los tumores de mama, que se vio superado por la mayor agilidad de la competencia. Hijo de la diáspora, Juan Ángel Fresno ejerce de tabarés y zamorano militante.

-¿En qué consiste su trabajo en un instituto de investigación ligado a un hospital?.

-Nuestras líneas de investigación parten siempre de las preguntas que tienen los oncólogos médicos en su día a día. Yo llevo trabajando todos estos años de manera muy estrecha, muy ligada al servicio de Oncología de La Paz. Al final como investigador que trabaja en un hospital uno debe orientar su investigación a ayudar en lo que pueda a mejorar la práctica médica. Todas las preguntas que se plantea un médico a la hora de tomar decisiones a nosotros nos marcan el punto de partida de nuestros proyectos de investigación, de manera general.

-¿Y qué son los test para detectar qué pacientes necesitan y cuáles no quimioterapia para evitar recaídas del cáncer?

-Hemos trabajado y seguimos trabajando en el cáncer de mama y ahora ha sido noticia el test sobre el cáncer de riñón. Lo que nosotros hacemos es, analizando las características moleculares de los tumores, determinar aquellos que tienen un mayor riesgo de recaída. La práctica habitual es extirpar el tumor, en el caso del cáncer de riñón no hay un tratamiento todavía aprobado, aunque los médicos son conscientes de que hay un porcentaje de esos pacientes que acabarán recayendo. El test que nosotros hemos desarrollado lo que sirve es para identificar esos pacientes que tienen un riesgo mayor de recaída, de manera que habría que hacerles un seguimiento más exhaustivo y en el caso de que se apruebe un fármaco seguramente sean candidatos a recibir tratamiento adicional. Ayuda a mejorar la precisión diagnóstica.

- ¿Qué ventajas tiene conocer qué tipo de pacientes tiene más riesgo?

-Siempre es importante maximizar los recursos. Poder garantizar que un paciente necesita recibir un tratamiento es importante, así como evitar tratamientos innecesarios a pacientes que sepamos que no los van a necesitar, porque son de bajo riesgo. Estimar que un paciente es de bajo riesgo permite que la vigilancia sea menos exhaustiva de manera que también se ahorran recursos en cuanto al seguimiento que se pueden utilizar para otro tipo de pacientes.

- ¿En el caso del cáncer de mama el test sirve para evitar la quimioterapia, que a veces se convierte en un auténtico calvario, para pacientes que no la necesitan?.

-En cáncer de mama es donde empezamos inicialmente y seguimos trabajando. Ahí la pregunta es ligeramente diferente, porque los médicos saben que hay un porcentaje muy elevado de pacientes de cáncer de mama que simplemente con la cirugía se curarían. Lo que pasa es que no saben cuáles son. Nosotros en su momento desarrollamos también un test que les permitía a los médicos identificar esos pacientes de bajo riesgo que no necesitarían quimioterapia. El problema fue que en ese momento había muchas otras empresas a nivel mundial trabajando en ese ámbito y como nosotros somos un grupo de investigación pequeño, con unos recursos muy limitados, no nos permitió continuar con el desarrollo posterior. Ahora lo que hemos creado una "spin off", una empresa que surge de un proyecto de investigación para poder continuar con el desarrollo de estos test. Como grupo de investigación podemos llegar hasta la publicación del trabajo en alguna revista científica, pero más allá de esta parte existe todo un desarrollo regulatorio para transformar el test en un producto diagnóstico.

- Y, supongo, es difícil de conseguir sin otro tipo de estructura.

-Sí. Está fuera de las capacidades de un grupo de investigación porque necesita de una estructura como es la de una empresa. En España no hay un tejido industrial potente relacionado con este campo de manera que nos liamos la manta a la cabeza y nos propusimos ser nosotros los que trataríamos de llevar los test hasta la cabecera del paciente.

- Creo que necesitan 250.000 euros. ¿De dónde los van a sacar?

-Es una ronda de financiación abierta, a través de una campaña que hemos lanzado en medios y redes sociales de manera que cualquier ciudadano que esté interesado puede tomar una pequeña parte de participación en la empresa. La ronda es de un millón, con 250.000 iniciales a través de este modelo de financiación alternativa. A nadie se nos escapa que la coyuntura económica en España no está siendo fácil ni para la investigación en términos generales ni para la promoción de este tipo de proyectos empresariales.

- Es raro que no les eche el ojo ninguna farmacéutica.

-El problema es que los centros de decisión de las grandes multinacionales no están en España de manera que es difícil que nosotros estemos a la vista de estas empresas. Y luego, la normativa española también es bastante rígida a la hora de encontrar las fórmulas de colaboración de manera que las empresas importantes tienden a huir del escenario español. De hecho a nosotros nos costó muchísimo trabajo constituir la empresa, porque es la primera "spin off" que se funda en el hospital madrileño.

- ¿Qué miedos tiene la administración a este tipo de fórmulas?

-No lo sé, yo creo que es falta de tradición. El hecho de que surja una iniciativa como una empresa en el ámbito público es muy común en el terreno de las universidades o de otros centros de investigación, como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, pero en el ámbito de los hospitales, nosotros somos un experimento, algo novedoso y por lo tanto los gestores, la administración no sabe muy bien cómo gestionarlo. Al final eso repercute en rigideces y dificultades para avanzar.

- ¿Sería una de las fórmulas más adecuadas para lograr medicamentos o tratamientos avanzados a un precio más razonable?

-A mi me da mucha pena porque España es una potencia mundial en sanidad y todos tenemos asumido que es un sumidero de gasto. Desconozco las cifras de Castilla y León, pero en Madrid aproximadamente el 50% del presupuesto de la comunidad se lo lleva sanidad. Estamos acostumbrados a que sea un sumidero de gasto pero nadie le da la vuelta y piensa que también puede ser una oportunidad. El ser referente mundial en sanidad nos debería permitir desarrollar productos que el resto del mundo pudiera adquirir, porque se prescribe y se desarrolla en instituciones del máximo prestigio mundial. No damos con la fórmula. España es un país que tiene un buen nivel de investigación, a pesar de todos los recortes y todos los problemas que está sufriendo como toda la sociedad española, pero no somos capaces de transformar ese conocimiento en productos y servicios que devuelvan lo invertido a la sociedad. Es un problema que debemos tratar de solucionar.

- ¿Es problema cultural, de medios económicos, de estructuras?

-Si, es un problema cultural. Nos tenemos que acostumbrar a que los proyectos de investigación, si queremos que finalmente repercutan en beneficio de la sociedad, hay que transformarlos en algo más que en meros ejercicios académicos. Hay que desarrollarlos y eso necesita de un contexto, de un ambiente que lo facilite en las administraciones y que lo promueva para que la financiación acabe llegando para convertir esos descubrimientos en productos.

- ¿Los grandes hospitales como La Paz han sufrido también los recortes?

- Aunque todos hemos sufrido en aspectos como los recursos humanos e incluso la disponibilidad de determinados medicamentos avanzados, la sociedad es muy consciente de que la sanidad es algo de lo que no se puede prescindir, de manera que la sanidad, la asistencia, ha estado garantizada. Sin embargo, en la investigación hemos notado muchísimos problemas y los seguimos encontrando porque yo creo que la sociedad española en su conjunto y los dirigentes políticos en particular no son conscientes de lo importante que es para desarrollarnos como país la inversión en investigación.

- Con los carísimos nuevos fármacos contra la hepatitis C se generó un debate sobre la necesidad de hacerlas llegar a los pacientes, sin comprometer económicamente al sistema. ¿Cómo lo vivió?

-Al final se encontró una solución. Las autoridades sanitarias son conscientes de que el coste de los nuevos medicamentos puede terminar minando la solidez del sistema porque son fármacos con unas cantidades de dinero enormes invertidas en investigación y que después exigen quienes los comercializan conseguir los retornos correspondientes. Al final las autoridades sanitarias cuando ese tipo de medicamentos cumplen las expectativas encuentran la manera de financiarlos como ocurrió en el caso de la hepatitis C. Lo que nosotros estamos trabajando es precisamente para ayudar a identificar cuáles son los pacientes que realmente se benefician de esas nuevas terapias, en el ámbito de la oncología en particular que es en el que estamos trabajando. Ahora mismo con las posibilidades tecnológicas que hay se podría hacer prácticamente en cualquier ámbito de la medicina. Pero para eso necesitamos cierto apoyo.