La fiscal reiteró en sus conclusiones que el procesado se dedicaba a la venta de drogas cuando fue detenido por la Policía Nacional, tras localizar una maleta con 2,4 kilos de hachís en su domicilio, un delito del que afirmó que no se le puede exculpar porque sea adicto a la cocaína.

La actividad ilegal se deduce, además, por la cantidad de estupefacientes que los agentes encuentran en la casa, ya que "excede con mucho la destinada al consumo propio". Otra circunstancia que contribuye a inculpar al acusado es que, "como consumidor de drogas, sabe qué supone y lo que significa" tener tal cantidad de hachís en su domicilio.

Al margen de este tipo de estupefacientes, el acusado cultivaba en el interior del piso en el que vivía de alquiler plantas de marihuana, para lo que había construido un invernadero dentro del inmueble, de acuerdo con los datos que en su día difundió la propia Policía.

La instalación estaba elaborada con "manera" y tenía un aspecto "totalmente improvisado", según la información facilitada por la Comisaría de Zamora cuando le detuvo al recibir una denuncia ciudadana y someterle a vigilancia durante un tiempo, según testificaron los agentes de la policía en el juicio celebrado en el Juzgado de lo Penal. En la casa tenía, tenía plantas de hasta dos metros de altura.