El creador Rufo Criado muestra una interesante propuesta en la sala de exposiciones del Museo de Zamora, unas piezas realizadas a partir de su reinterpretación de una de las obras más importantes del centro cultural provincial, el mosaico romano procedente de la villa de Requejo en Santa Cristina de la Polvorosa.

-¿Cómo nace su interés por el mosaico que preside la sala de arte romano del Museo de Zamora?

-Se da la circunstancia de que participé en un proyecto colectivo "Intercatia" hace más de un año que se mostró en el Museo de Zamora. A raíz de participar en el montaje de esa exposición hicimos una visita al centro, aunque la colección ya la conocía por un itinerante que efectué en el año 2002 y que se exhibió también en este espacio. Haciendo ese recorrido, me reencuentro con esta impresionante pieza. Con el tiempo hay cosas que sientes más próximas a donde ha ido evolucionado tu lenguaje y quizá por eso me quedo fascinado y prendado por la energía que para mí desprendía el mosaico como presencia física, dadas sus grandes dimensiones; su verticalidad porque, aunque sea una composición hecha para un suelo, el hecho de que se vea en vertical te permite un mejor análisis de las formas y de disfrute.

-¿Tuvo claro que quería trabajar sobre él?

-De inmediato. Tuve claro que quería hacer un trabajo sobre él, de tal forma que cuando regreso a mi estudio recopilo material informativo e imágenes sobre el mosaico para revivirlo. Yo había hecho una exposición dos años antes sobre un tema de raíz ornamental ligado a un reportaje fotográfico que efectué en la ciudad de Estambul ligado a las mezquitas.

-En este nuevo proyecto bucea en otra cultura.

-Efectivamente, hablamos de la época romana y de una construcción mucho más sencilla de entrada porque es un cuadrado central que envuelve un círculo y que tiene una serie de elementos ya más ornamentales como son las cenefas laterales. A partir de un estudio en profundidad que hago, me doy cuenta de que hay material para desarrollar una propuesta. Elaboro un proyecto que presento al Museo de Zamora, tanto a su directora, Rosario García, como al conservador, Alberto del Olmo, a quienes les pareció una propuesta interesante porque está vinculado al centro. Yo tengo obra suficiente para montar exposiciones con una humildad temática y con distintos planteamientos, pero lo que realmente me fascina es otro planteamiento.

- Y ¿qué le fascina?

-Aquello que puede resultar como una especie de intervención en el propio espacio porque, aunque al final hagas cuadros que participan de dos dimensiones en realidad lo que planteo es que el propio espacio expositivo se convierta en un contenedor que unifica las distintas partes o las distintas paredes con lo que podrían ser los distintos fragmentos, las 13 variaciones que presento, como la ocupación de un espacio tridimensional, como es la sala de exposiciones temporales, para crear una experiencia para el espectador más envolvente. Al acceder, al ser un espacio recogido, se percibe todo y ese percibir te atrapa y te envuelve. El montaje está muy medido porque cada elemento forma parte de una composición conjunta espacial.

-Cada una de sus relecturas presenta un gran tamaño.

-Sí. Quise fragmentar y articular como secuencias. Cuando se entra en la sala, en la parte izquierda, hay unas piezas romboidales que en sí mismas son una nueva versión del mosaico. Estas romboidales son cinco fragmentos de una única obra con lo cual sobre pared serían más de 2,5 metros por 8 metros. En mí hay una necesidad de obra grande por el deseo de que la obra envuelva y atrape al espectador.

-Ha planteado un diálogo entre las obras situadas en cada una de las paredes de la sala de exposiciones.

-El diálogo es evidente porque todas arrancan de fragmentos del mosaico. Hay cinco piezas a a la derecha, con formas más rectangulares. Son fragmentos de la cenefa lateral del mosaico que conecto con una experiencia casi textil. En ellas busco otra posibilidad de la obra y la secuencia sería variaciones que se acercan a una experiencia ornamental textil, como si fueran pequeños tapices.

-Uno de sus elementos identificativos es el color. En estas composiciones opta por tonalidades con mucha fuerza visual y tonos desafiantes al espectador

-Y hasta ácidos... (risas). Es un planteamiento del color con bastante acidez porque hay colores casi fosforescentes y de una gran intensidad. Es marca de la casa, (risas). Es una constante en mi producción e incluso creo que el propio mosaico me ha contenido con respecto a obras exhibidas recientemente en alguna galería de arte. A veces este colorido asusta a la gente cuando piensa en llevarlo al contexto de casa, por lo que intento matizar entre la obra ornamental y la decorativa que sería una transformación en algo más "light".

-Esta obra es ornamental y está concebida para el Museo de Zamora. ¿Fue difícil encontrar los apoyos para llevar el proyecto a buen puerto?

-Por el contacto que tengo en mi provincia sé que existen unas ayudas a proyectos artísticos. Presenté el proyecto a la Fundación Caja Burgos que apostaron por mi propuesta y gracias a eso se pudo llevar a buen puerto. La colaboración entre entidades públicas y privadas ahora resulta imprescindible para iniciativas culturales. La crisis que hay en el territorio del arte en España es tremenda porque se ha recortado todo. Además, el arte no es tenido en cuenta como una obra humanística sino como una vertiente especulativa económica. Estamos derivando la experiencia del arte a una experiencia puramente comercial y decorativa cuando el arte tiene que ser algo mucho más serio. Ahora mismo a las instituciones en general el arte es una "cosa" para salir en las fotos. Creer en el arte como una experiencia humanística se está perdiendo a pasos agigantados.

-Que conlleva?

-Entre otras cosas no dotar a los museos de la financiación más allá de sus necesidades de funcionamiento. Un museo tiene que ser un algo vivo. Hay que creer en el sentido de los museos y los museos de índole provincial son unos focos muy interesantes para la creación y para el acercamiento del espectador al pasado y al presente.

-¿Es necesaria una ley de mecenazgo que ampare a todas las disciplinas artísticas?

-Sin duda. El espíritu de la ley estaba ligada a la filosofía existente en otros países para que el Estado no se ocupe de todo. De esa ley se habló y era uno de los principios básicos en materia cultural para el partido en el Gobierno. Han pasado más de seis años y sin embargo, no se ha hecho nada cuando es una necesidad. No hay ley de mecenazgo, el apoyo público al arte es la producción española en el extranjero y es testimonial, casi ya no ayudas de las obras sociales? ¿qué panorama tenemos? Las humanidades y el arte se marginan. Mientras que no creamos en la función del arte como humanización del ser humano... vamos muy mal. Se tiene que creer en la importancia y la dignidad del arte, si partimos de eso que pueden buscar fórmulas. Además, no deben apoyarse solo las grandes exposiciones en Madrid o Barcelona, sino que hay que crear tejido cultural en todas las provincias porque en todos los lugares se necesitan la experiencia del arte. Como consecuencia de todo esto cada vez el arte español cuenta menos fuera y lo digo tras hacer exposiciones en lugares muy distintos del mundo.