Los camarógrafos eran como un paisano más en Sobrarbe. Los lugareños de la comarca pirenaica estaban habituados a la convivencia con las cámaras debido al arraigo de las tradiciones de la zona, pero el cambio de siglo les otorgó un nuevo rol. En 2003 pasaron de ser actores a espectadores gracias a la creación del primer Festival Internacional de Documental Etnográfico de España. Lo apodaron Espiello, espejo en aragonés. Y su directora visitó ayer el Museo Etnográfico coincidiendo con estreno de Etnovideográfica, el primer certamen de estas características en Castilla y León.

- El nombre de Espiello no fue escogido al azar. ¿Cuál es el reflejo que quería mostrar el festival?

-Hasta antes del festival habíamos sido protagonistas de otros estudios. Habíamos tenido como un espejo que nos devolvía siempre nuestra propia imagen y queríamos darle la vuelta a otro espejo para ver imágenes de otras culturas, a veces cercanas y a veces lejanas.

- ¿En qué radica la importancia del documental etnográfico?

-Este tipo de trabajos son muy importantes sobre todo en el mundo intercultural en el que vivimos. La mejor manera para convivir entre diferentes culturas es el conocimiento previo y el respeto. Entonces son una herramienta muy buena para conocer otras culturas, además en un lenguaje universal que es el de la imagen. Ahora la imagen es el medio más utilizado y sobre todo más accesible para todo tipo de público, tanto de edades como de condiciones sociales. Es un lenguaje muy directo que todos conocemos y a través de ese lenguaje podemos conocer otro tipo de culturas, lo que te permite respetarlas, conocerlas más y conocer también tu propia cultura.

- Las cintas presentadas en Espiello ambientadas en la montaña se han incrementado. Un aumento que también se ha experimentado en Castilla y León pero con el folclore. ¿Los autores conciben el documental como una herramienta que pueda contribuir a la puesta en valor del patrimonio de su tierra?

-Sí, desde luego el documental etnográfico donde crece es sobre todo en zonas donde hay una necesidad de mostrar su propia identidad, viene a dignificarla, como por ejemplo en todas las comunidades indígenas. En Iberoamérica está creciendo mucho el documental etnográfico pero también está pasando con nuevas nacionalidades. Por ejemplo en Espiello, llevamos ya bastantes años recibiendo mucho material de Croacia. Son países de nueva formación que necesitan un poco dignificar y poner de relieve su propia cultura. Algo parecido al medio rural, el cual está intentando mostrar que está ahí y que es una alternativa válida ante a las ciudades. De una manera audiovisual es una forma de mostrar esas culturas y esas formas de vida tanto en la montaña como en el medio rural.

- También es una buena vía para acercar la etnografía a la gente de a pie.

-Claro, al final es un festival de cine científico ya que la etnografía como la antropología es una ciencia social. Nuestro miedo con la primera edición era que quedara un festival elitista, muy académico y que no interesara a la gente normal, de a pie. Y la verdad es que nos llevamos una sorpresa porque el público llenó la sala. Interesa al académico pero también al público en general. No sé si por el lenguaje de la imagen (porque como digo es muy directo y muy accesible) pero realmente es un tema que interesa.

- ¿Cómo ha evolucionado la temática de los trabajos presentados?

-Cuando se habla de etnografía, es cierto que la mayor parte de la gente piensa en trabajos perdidos, en oficios tradicionales, en sociedades que se acaban y hay que recuperarlas. Y es verdad que en los quince años del festival, ha habido un cambio importante. La antropología moderna o la antropología visual no estudia solamente patrones antiguos sino culturas también vigentes y actuales. Podemos tener un documental etnográfico sobre brokers de banca, raperos o tribus urbanas. Lo importante es el trabajo de campo y la metodología con lo que está hecho el trabajo, no el tema que aborda. La cultura es algo que está vivo así como las tradiciones que van cambiando siempre para adaptarse a la sociedad que las celebra. Una tradición no puede permanecer igual en el tiempo por mucho que se diga. Si sobrevive es porque se ha ido adaptando y sigue siento útil para las personas de esa época, todo cambia, la cultura es cambio y los temas han ido cambiando. Ahora hay un tema que se repite mucho porque es de actualidad: los movimientos migratorios. Y en las últimas ediciones también hemos recibido cada vez más documentales sobre género y sobre historias de mujeres.

- ¿Cuál es la cinta que más le ha marcado en estos 15 años de festival?

-Es difícil porque hemos visto cosas muy interesantes en estos quince años. Además, lo que te das cuenta cuando ves documentales etnográficos es que somos mucho menos diferentes de lo que pensamos. Muchas veces vas a ver los documentales a buscar la diferencia y te das cuenta que lo que predomina es al revés: al final somos personas y afrontamos los mismos problemas o diversiones de la misma manera.

- Tanto el Espiello como el Etnovideográfica, en su primera edición, han recibido documentales de casi todos los continentes del mundo. ¿A qué se debe esta irrupción de producciones audiovisuales?

-La producción audiovisual se ha democratizado mucho, antes era muy caro y muy difícil rodar una película, fuera documental o fuera ficción. En cambio, debido a los medios tecnológicos ahora es relativamente fácil y con pocos medios se puede hacer una película muy digna y bien acabada. Esto hace que se haya multiplicado toda la producción audiovisual que recibimos en los festivales. Es un género que está en auge, antiguamente el documental era como el patito feo del cine y en estos momentos el documental puede ser muy interesante. De hecho, hay muchos directores de cine de ficción que están haciendo documental. Además, estamos en una época en la que en cualquier tipo de arte, no solo visual, los géneros se van desdibujando y a veces incluso es difícil decir qué es documental y qué no. Los límites muchas veces se van borrando y el documental experimental yo creo que es un género que está muy de moda.

- Pero de algún modo siguen relegadas al gran público, ¿por qué no llegan a la gran pantalla?

-La distribución es muy complicada. Así como el hacer una película es relativamente sencillo, yo creo que el escollo que hay que trabajar es la distribución. Con el actual sistema no solo le cuesta al documental llegar a las grandes pantallas sino también a las películas independientes, sobre todo en ciudades no muy grandes. Es un hecho. No es solo problema del documental sino del cine no comercial, es un problema común.

- ¿Cuáles son los principales criterios para la selección de una obra entre tantos trabajos presentados?

En Espiello tenemos dos jurados y uno es el de preselección que está formado por sesenta personas. Es el que ve los más de 300 documentales que nos llegan todos los años para elegir 20 que son los que finalmente ve el público. En el jurado de preselección sí que unificamos un poco los criterios, tenemos un decálogo en el que valoramos tanto lo que es el contenido, el trabajo de investigación que hay detrás de ese documental, como también las características técnicas del mismo: una buena fotografía, un guion bien hilado o un buen montaje. Luego esa veintena de películas seleccionadas es vista tanto por el público como por el jurado oficial, que está formado por cinco miembros internacionales. Entonces ahí los criterios no los marcamos nosotros. Son personas de reconocido prestigio tanto en el campo de la antropología visual como en el mundo del documental audiovisual y son ellos los que valoran. Pero fundamentalmente se sigue valorando que haya un buen contrapeso entre el trabajo de investigación, de campo, y que sea un documental bien hecho porque de esta forma el mensaje llega mucho mejor.

- Hace años Espiello era el único foro y ahora va camino de la decimosexta edición al tiempo que se van creando nuevos festivales como Etnovideográfica. ¿Se retroalimentan entre sí todos los certámenes?

-Hasta hace dos años éramos el único festival en el Estado español pero en Europa hay muchos festivales de este tipo y además están vinculados a las universidades, son más académicos. Cuando empezamos nosotros no había nadie, más tarde surgió una muestra de cine etnográfico en Santiago de Compostela pero la prueba de que estemos aquí en Zamora responsables de los tres festivales en una conferencia muestra que podemos colaborar y que es necesario el trabajo en red. Muchos de los trabajos que han pasado por Espiello se van a proyectar ahora en Zamora y otros están presentados para la próxima edición. Etnovideográfica es una apuesta muy ambiciosa y muy interesante.