Llevaba más de un siglo ahí, pero nadie lo había visto. Ni los miles de turistas que cada día patean las calles de Barcelona ni sus propios vecinos. Hasta que un día, un colega de la facultad de su hijo se percató: la fachada Casa de Pascual i Pons, situada en pleno corazón de la ciudad condal, presentaba una curiosa muesca alargada.

Ipso facto, el hallazgo despertó la curiosidad de Zain Belaústegui, de 35 años, Doctor "cum laude" en Ciencias de la Tierra y profesor lector del Departamento de Dinámica de la Tierra y del Océano de la Facultad de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Barcelona (UB). En realidad, esa especie de huella petrificada era la guarida tubular que un gusano marino había horadado hace 12 millones de años. "Se trataba de una madriguera simple, vertical o subvertical, cilíndrica y sin ramificaciones caracterizada por tener una pared de litoclastos de composición cuarcítica, es decir, de piedrecitas de cuarzo de 1 a 10 milímetros de tamaño dispuestas de manera caótica", según detalla su padre, Alejandro Belaústegui, colaborador de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA.

El inmueble del paseo de Gracia donde se halló el ejemplar había sido edificado en 1890 y 1891 por el arquitecto modernista Enric Sagnier i Villavecchia con piedras provenientes de las canteras de Montjuïc. "La montaña de Montjuïc fue la gran cantera de piedra arenisca empleada para la construcción de los edificios del modernismo catalán desde finales del siglo XIX. Estuvieron activas más de 24 siglos, y sus primeras extracciones se atribuyen a los íberos en los siglos IV y III a. C. Los romanos fueron los que posteriormente llevaron a cabo una explotación masiva, que se prolongó hasta la edad media, alcanzando su apogeo en el siglo XIX y fueron clausuradas entre los años 1950 y 1960", ahonda el padre.

Para su hijo, este tipo de piedra era fácilmente reconocible, por lo que a finales de 2015 el joven geólogo inició la búsqueda de más trazas fósiles por otros edificios de Barcelona construidos con el mismo material. Y voilà, las pesquisas dieron su fruto: se encontraron más ejemplares en otros reconocidos edificios de la ciudad como el Palacio de Justicia y la Aduana (casualmente obra del mismo arquitecto).

"Todos los edificios implicados en este estudio tienen valor arquitectónico y de hecho están reconocidos con la figura de protección BCIL (Bien Cultural de Interés Local); por ejemplo, el Palacio de Justicia, de estilo monumental-modernista, es ampliamente conocido tanto por barceloneses como turistas. Este hecho nos permitió averiguar fácilmente que todos ellos estaban construidos con piedras procedentes de las canteras de Montjuïc", explican.

Gracias a la comparación con análogos actuales, los dos investigadores concluyeron que dicha madriguera probablemente fue excavada por un gusano, en concreto un poliqueto terebélido en una zona marina somera. Según apunta la agencia Europa Press, los poliquetos terebélidos que dejaron su traza fósil en los sedimentos deltaicos hace millones de años serían muy parecidos a algunas especies actuales. De hecho, en la costa oeste de Madagascar también se han descrito madrigueras actuales de poliquetos terebélidos que son casi idénticas a las observadas en el Mioceno de Montjuïc.

Dada la novedad del hallazgo, se propuso un nuevo icnogénero y una nueva icnoespecie. El icnogénero fue bautizado como "Lapillitubus", que viene del latín "lapillus" (piedra pequeña o guijarro) y "tubus" (tubo), es decir, literalmente "tubo de piedras pequeñas". Por su parte, "montjuichensis" fue el término elegido para denominar la icnoespecie como guiño a su lugar de procedencia, la montaña (otrora delta) de Montjuïc.

El ejemplar mejor conservado y designado como holotipo (es decir, el ejemplar que define el nuevo icnogénero y la nueva icnoespecie) se localizaba precisamente en uno de los sillares la Casa de Pascual i Pons. Gracias al hecho de que el inmueble se encuentre en restauración, el sillar ha podido ser extraído para poder realizarle un análisis más exhaustivo y, en un futuro, el Lapillitubus montjuichensis será depositado en el Museo de Ciencias Naturales de Barcelona para su exposición.

El trabajo desempeñado por el colaborador de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA abarcó la parte histórica relacionada con los edificios modernistas: el contexto, la época, su autoría, la localización de las canteras de donde procedían las piedras que se emplearon en su construcción etcétera, y todo ello acompañado de la prolija bibliografía correspondiente. "El trabajo con mi hijo ha sido difícil, ya que los científicos son muy detallistas y exigentes, pero ha sido muy enriquecedor a nivel personal. Siento un orgullo y una enorme admiración por los trabajos que realiza mi hijo, y es poco probable, debido a mi edad, que pueda repetir con él otra experiencia científica tan gratificante", confiesa a sus 82 años Alejandro Belaústegui, ayudante de investigación del CSIC y directivo de diferentes empresas de Ingeniería Electrónica de Madrid y Barcelona hasta su jubilación en el año 2000. Es, además, titulado en Cultura y Civilización por la Universidad de Mayores Carlos III de Getafe, en 2008 fue distinguido con la Medalla al Mérito Militar con distintivo blanco y en 2011 fue reconocido Sanitario de Honor del Cuerpo de Sanidad Militar Español.

Con el descubrimiento del "Lapillitubus montjuichensis" será posible conocer mejor cómo era la fauna de invertebrados que habitaron durante el Mioceno la zona deltaica que actualmente ocupa el denominado "Monte de los judíos". En este sentido, Alejandro Belaústegui espera que esta investigación "sirva de acicate para futuros estudios similares y que se ponga de manifiesto la importancia de estos singulares afloramientos urbanos".