El músico gallego Carlos Núñez vuelve a actuar en la provincia de Zamora. Mañana miércoles lo hará en la capital en el Teatro Principal y el sábado, día 16, en el Reina Sofía de Benavente.

-Regresa a Zamora dentro de su gira de navidad como broche de un año cargado de actuaciones.

-El año pasado celebramos los 20 años del primer disco "A Irmandade das Estrelas" y desde entonces no hemos parado. Este año hemos hecho gira norteamericana, de costa a costa, y también hicimos otra europea, pero durante todo el año estás deseando que lleguen estas fechas para volver a tocar por casa. Cuando la gente me pregunta cómo es tocar por la América profunda, cuando estás allí lo que les gustaría a sus músicos es venirse a tocar a la España profunda para conocer y vivir esta verdadera inmersión.

-¿En esta serie de conciertos comparte escenario con algún músico americano?

-Sí me traigo nuevamente al violinista y bailarín de The Chieftains, Jon Pilatzke, que no deja de preguntarme que cuándo vamos a Zamora (risas) porque en el anterior concierto se quedó alucinado de la energía de la gente, de cómo el público siente la energía de la música celta. Él en el anterior concierto en el Teatro Principal notó una energía especial y se debe a que Zamora es un punto neurálgico de las músicas ibéricas, donde se conservan, seguramente, las músicas más antiguas de toda la Península Ibérica y aunque la gente no lo perciba tiene eso dentro de su imaginario y en sus tradiciones? La gente en Zamora tiene unos conocimientos muy profundos de la música tradicional y eso Jon lo percibió y el concierto de hace dos años fue una verdadera explosión.

-En esta nueva cita ¿cómo está planteado el concierto?

-Esta gira la hemos iniciado con un concierto en Santiago de Compostela con una experiencia especial en la que hemos puesto a funcionar los instrumentos del Pórtico de la Gloria, la orquesta medieval del siglo XII. Esos instrumentos toda la vida se pensaron que no habían existido en la realidad, pero hoy se han conseguido reconstruir tras décadas de trabajo de los lutieres. Los hemos puestos a funcionar invitando a Jordi Savall, el maestro de la música histórica y antigua. Estamos tan contentos con esos sonidos medievales con tanta personalidad que varios de ellos los llevamos de gira y vamos a tocar obras medievales que tienen ecos de músicas célticas. Con la música puedes viajar en el tiempo.

-¿De qué manera?

-En Zamora el público podrá escuchar y vivir una máquina del tiempo porque vamos a tocar músicas celtas con las vivencias actuales, pero también vamos a adentrarnos en cómo se entendía esta música en el siglo XIX, en la época en la que Beethoven hacía arreglos de música celta, en el barroco o en la Edad Media. Vamos a utilizar los instrumentos del Pórtico y otros de hace más de 2000 años, aquellos que utilizaban los celtas de los que hablaban los romanos y los griegos.

-Concrétenos.

-Se viene con nosotros Abraham Cupeiro, un especialista en músicas prehistóricas que nos va a hacer descubrir el karnix, una trompeta vertical, que mide más de dos metros, coronada por una cabeza de lobo o jabalí con unos sonidos muy enigmáticos. Son instrumentos que solo se habían visto en películas o en cómics y se están volviendo a utilizar, dado que en Europa que han conservado unos siete e incluso en la Península Ibérica existen versiones en Numancia construidos con cerámica o barro. La suerte de Zamora es que además del viaje hacia el pasado también vamos a ver, con la colaboración de maestros de la música tradicional de Zamora, cómo muchas de esas sonoridades que ya existían hace dos siglos se han conservado en la tradición oral.

-¿Qué músicos se sumarán para lograrlo?

-Invitamos a Alberto Jambrina que nos descubrirá canciones de la Vía de la Plata. Nos hará un recorrido por las diferencias entre las músicas de Extremadura, Salamanca o Zamora. Además, estarán en el escenario hasta gaiteros de El Bierzo porque queremos que sea un pequeño encuentro de músicos de todos estos lugares. Los musicólogos de las universidades más prestigiosas se plantean cómo se interpretarían las músicas históricas medievales y una de las conclusiones que extraen es que en España tenemos la gran suerte de que estén vivas en la tradición y en instrumentos de esa época como el rabel, superviviente de los violines medievales, o en otros que se tocan en Castilla o en Galicia. Llevo dos años trabajando con arqueólogos porque son mis nuevos inspiradores, pues a partir de cualquier pista son capaces de extraer información desde la música a la etnografía a partir de pequeños objetos. En una ocasión el catedrático de Arqueología de la Complutense me dijo que podía hacer música celta con una guitarra eléctrica o con una flauta de barro. Me encanta esa nueva perspectiva que completa la fuerza de esas músicas.

-¿Qué le ha movido a fijar su atención en la música medieval y los instrumentos que se utilizaban entonces?

-Los violines del Pórtico se llamaban las fídulas y los músicos irlandeses los denominan "fiddle" y son los mismos; las arpas que se encuentran en Santiago se parecen mucho a las de Irlanda. Son instrumentos que han permanecido vivos a través de las músicas celtas. Estoy tan ilusionado como cuando estaba grabando mi primer disco. Creo que tenemos algo realmente novedoso y muy potente. Yo conocía el Pórtico de la Gloria desde niño, pues siendo pequeño toqué el organistrum, una especie de zanfona gigante que se interpreta entre dos, y me parecía interesante poner a funcionar esta colección de instrumentos que ha estado dormida durante 800 años, algo que me parecía imposible y hasta he aprendido que la primera vez que apareció el arco, el que se emplea en el violín, referenciado de manera escrita en el mundo occidental fue en España, en el Beato de Liébana.

-Usted es un músico que tiene una intención divulgativa.

-Sin duda. Me hacía gracia nuestra publicista en Norteamérica que nos decía que allí solo querían divertirse y yo no le hacía ni caso (risas) y al final de los conciertos los asistentes se acercaban y nos decían que lo habían pasado muy bien y habían aprendido tanto? El aprendizaje, sin duda, es uno de los ingredientes en este viaje a través del tiempo. Además, no falta el componente de espectáculo. Para mi actuar en Zamora es como para un músico de country tocar en Nashville, pues es el lugar donde encuentras músicas tradicionales auténticas.

-Usted tiene una vinculación estrecha con el grupo de gaiteros de Alta Sanabria. Con la banda de gaitas As Portelas ha compartido escenario en la capital zamorana, Barcelona e incluso en el propio Lubián.

-Creo que para ellos fue muy ilusionante y de nuevo se sumarán en Zamora. Yo he hecho conciertos muy grandes y tras esa experiencia aprendes a arquitectar la música para que funcione en ámbitos muy amplios, aprendes a utilizar bandas de gaitas para crear espacios. Creo que para ellos fue una experiencia especial, hemos creado lazos y me acompañarán en varios conciertos de esta gira. Me ha llamado mucho la atención su empuje, su energía y su ilusión. Es muy grande lo que hace esta gente y no encuentras gente así en otros lugares.

-También es infrecuente la generosidad por parte un músico consagrado a nivel internacional que comparte escenario con amateurs.

-Yo lo he aprendido de mis maestros. Con The Chieftains comencé a tocar con 18 años en giras por todo el mundo. Con ellos toqué con los Rolling Stones, otro día grabé la gaita con Sinéad O'Connor, otro concierto fue con Bob Dylan en Japón? me cambió la vida subirme al barco de The Chieftains. Sé la ilusión que hace subirte al escenario con gente conocida. Además, cuando siembras y siembras acabas recogiendo, pues aparecen fueras de serie. En el concierto de Zamora también participará una chica de 20 años que descubrimos en el llamamiento que hicimos con Carlos Saura buscando a jóvenes talentos de la música tradicional. La trikitilari Itxaso Elizagoien, de Navarra, es una maravilla y la hemos llevado de gira a Estados Unidos con nosotros. Ella ya está medida en la rueda de la música. Hay mucha gente joven que ha estudiado, que maneja mucha información y que sabe darle un valor a la tradición, lo que falta es cómo darlos a conocer hacia el mundo y ese vehículo es la música celta que ya está preparada para recibir a todas las músicas peninsulares con grandes festivales.