Cualquiera que se acerque estos días al Museo Arqueológico Nacional (MAN) comprobará que algunas piezas estrella de la muestra permanente? no están. O mejor dicho, han mudado su emplazamiento habitual para recalar en la sala de exposiciones temporales, ubicada en la planta baja, donde el museo celebra su 150 cumpleaños, siglo y medio de su fundación, pero también de la evolución de la arqueología en nuestro país. Bajo el título "El poder del pasado. 150 años de arqueología en España", el centro ha recopilado 150 piezas que ilustran, precisamente, el recorrido de esta disciplina.

Con tal fin, el comisario de la muestra, Gonzalo Ruiz Zapatero, ha asumido el "difícil reto" de seleccionar las piezas adecuadas que narraran "una historia", la de la arqueología. Además de solicitar el préstamo de una parte de los fondos a más de sesenta museos de todo el país, el propio MAN ha enriquecido los salones con algunas de sus piezas estrellas. Entre ellas, el idolatrado Bote de Zamora o el objeto estrella, impresionante, del llamado Tesoro de Guarrazar: la Corona de Recesvinto. Ha querido el destino que ambos, Bote y Corona, compartan la misma vitrina dentro de la narración.

Ambas piezas son de fácil identificación en los salones dedicados al arte medieval. El Bote, en concreto, está situado en una vitrina exenta bajo una maqueta de grandes dimensiones de la Mezquita de Córdoba. A pocos metros, otro "escaparate" muestra la belleza del Tesoro de Guarrazar, objetos de orfebrería visigoda pertenecientes al reino de Toledo y que, precisamente, fueron hallados en los años cincuenta del pasado siglo, cuando arranca, cronológicamente, la muestra.

Un incierto destino

Poca presentación precisa el Bote, el regalo del califa Alhacam II a su esposa Zobh por el nacimiento de su hijo Abderramán, siglo X. Quizá el cofre -que pertenece a una increíble tradición de arquetas hispano musulmanas creadas en varios talleres de la península durante el periodo de ocupación- estaría hoy en la Catedral de Zamora, o quizá en paradero desconocido de no ser por dos hechos puntuales. De un lado, el descubrimiento del píxide a cargo del historiador Manuel Gómez-Moreno en los primeros años del siglo XX. De otro, la emergencia del negocio de los anticuarios en ese mismo periodo. Uno de los más reconocidos, Juan Lafora, convenció al Cabildo de la Catedral de su venta y, tras una enorme polvareda política, social y mediática, la arqueta acabó en los salones del Museo Arqueológico Nacional. El fundador de la prestigiosa Hispanic Society, el americano Archer Milton Huntington puso de su bolsillo las 50.000 pesetas de las que carecía el Estado para ceder la obra del arte al Estado español.

El caso es que aquel capítulo histórico hizo del Bote un símbolo, no solo de la arqueología española, sino especialmente de la Catedral y la ciudad de Zamora. Esto explica que la arqueta hispano musulmana fuera la pieza estrella de "RemembranZa", la edición zamorana de Las Edades del Hombre. Y también aclara el celo con el que el MAN guarda y exhibe el regalo de Alhacam II a su esposa.

Más allá de las piezas, el interés de la muestra reside en la explicación de los diferentes oficios y disciplinas hoy científicas, nacidas al calor de una serie de profesionales que sentaron las bases de un siglo y medio de trabajo. El visitante podrá ver en la muestra -impulsada por el MAN y Acción Cultural Española- los útiles de los primeros "Indiana Jones" de la península, sus labores de campo, sus hallazgos? Y las vitrinas muestran el resultado de tal esfuerzo, que coloca al país entre los punteros en arqueología con hallazgos tan simbólicos como los fósiles de Atapuerca o piezas tan célebres como la Dama de Elche o la de Baza.