Recordamos la existencia de un cuartel en la antigua plaza del Palomar Grande —hoy recibe el nombre de Plaza del Cuartel Viejo—, en las inmediaciones de la iglesia de San Esteban. Se edificó según la Real orden de 4 de junio de 1736, con caudales de la ciudad, tenía cabida para dos mil hombres y su construcción fue dirigida por un arquitecto zamorano de nombre Barcia. Desde el siglo XVIII Zamora fue una referencia en la educación militar en España y en el Cuartel Viejo se alojaron unidades de formación como la Academia de Matemáticas o los Colegios Militares para distinguidos, más adelante, bien entrado el siglo XIX, se instaló allí durante unos años la Academia Especial de Sargentos.

Las necesidades de invertir grandes cantidades para reformar el conocido como Cuartel Viejo, llevó a que el Ministerio de la Guerra formulase, en 1899, una consulta al Ayuntamiento de Zamora sobre la posibilidad de construir un nuevo cuartel que sustituyese al ya existente.

Las instituciones de la ciudad se pusieron en marcha y la comisión de obras del Ayuntamiento elaboró un informe indicando como lugar más conveniente para el emplazamiento la zona comprendida entre el barrio de Pantoja, el camino de las Tres Cruces y la Bodega del Torrao. El lado mayor mediría 250 metros sobre la carretera de Zamora a Tordesillas, una línea paralela pasaría por el camino de la Bodega del Torrao y se cerraría con dos perpendiculares a las anteriores, de 180 metros.

Parecía que el proyecto marchaba por buen camino, pero las complicaciones burocráticas llevaron a que hasta el año 1910 no se entregase al Ministerio de la Guerra el solar para la construcción de un cuartel de infantería que llevaría el nombre de Viriato. El ministro De la Cierva lo impulsó publicando la Ley del 29 de junio de 1918, que disponía la construcción de 96 cuarteles y la reforma de otros 50. La superficie que finalmente cedió el Ayuntamiento fue de 40.873 metros cuadrados. El presupuesto inicial ascendió a 3.219.520,63 pesetas, pero hubo que añadir otro complementario de 77.420,92 pesetas. Aun así, en el año 1921, como consecuencia del desastre de Annual, se publicó otra Real orden para ahorrar en el programa de construcción de cuarteles, que marcó el paro de algunos proyectos pero, afortunadamente, el Viriato siguió hacia adelante.

La dirección de la construcción estuvo a cargo del comandante de ingenieros Francisco Vidal, que diseñó unos edificios de estilo mudejar y trazado a la francesa, ateniéndose a bases de diseño del «Tratado de higiene militar» de Morache, que entre otras normas aconsejaba el emplazamiento de los cuarteles en la proximidad de las poblaciones, pero en medio del aire puro del campo, o la supresión de entramados de madera, con buena ventilación e incombustibilidad en la construcción. Con estos criterios se pretendía mejorar la salubridad y seguridad de las instalaciones, con un sistema de pabellones aislados que reducía el hacinamiento y facilitaba la limpieza.

Junto al Viriato, en 1921 se aprobó la construcción del cuartel Infante don Juan, para un regimiento de infantería en Madrid; el de Ballesteros, para un batallón en La Línea; el General Ricardos, para un regimiento de artillería en Barbastro; el de caballería Alfonso XIII, en Barcelona y el Infanta Isabel, para un regimiento de infantería en Cáceres.

1927 sería un año celebrado. La Paz de Bab Tazza, firmada en el mes de julio, marcó el final de la Guerra de Marruecos que desde el año 1909 había supuesto una sangría en los hogares españoles. El Regimiento Toledo había participado en aquella campaña manteniendo un batallón expedicionario durante los últimos seis años en África. Los del Toledo lucharon bien y colaboraron para que España recuperara el territorio perdido en el verano de 1921. A pesar de los muertos que había costado la empresa, la alegría se generalizó en toda la ciudad cuando el 7 de septiembre llegaron a Zamora las últimas tropas destacadas.

El primer Batallón del Regimiento Toledo estrenó la instalación el 8 de diciembre de 1927

El coronel Antonio Navarro Sánchez mandaba el Regimiento de Toledo nº 35 desde mayo de 1924. Navarro era un veterano de la guerra de Cuba que había perdido a su hijo mayor, el alférez Antonio Navarro Miegimolle, en el desembarco de Alhucemas en las filas de La Legión. El 8 de diciembre del 1927, se realizó una formación militar para celebrar la festividad de la Inmaculada Concepción, Patrona de la Infantería, fue un día grande para la institución militar en la ciudad de Zamora y en el patio de armas formó el primer Batallón del Regimiento Toledo, constituido por soldados de reemplazo de 1926 y de 1927. El acto lo presidió el general jefe de la 14 División y en el transcurso del mismo se inauguró oficialmente el cuartel.

El 8 de diciembre de 1927, hace hoy noventa años, Viriato y Toledo unieron sus pasos. Unos pasos que fueron paralelos durante sesenta años, hasta el año 1987. Entonces, una reforma disolvió el Regimiento de Infantería DCC Toledo nº 35 acabando de un plumazo con los trescientos veinticinco años de historia de la unidad.

Los muros del cuartel a lo largo de los años habían sido testigos de importantes hitos históricos como la visita de Alfonso XIII, la entrega de la Bandera de la república en septiembre de 1931, la partida hacia el frente de sus batallones durante la Guerra Civil, el reparto de comida a los más necesitados durante la guerra o la entrega de la última Bandera del regimiento el 23 en enero de 1983, una Enseña que en la actualidad se encuentra en el Museo Militar de La Coruña.