La actriz Beatriz Argüello participó ayer en un encuentro con el público, promovido desde el Teatro Principal. En él la intérprete acercó al hacer de una actriz y al montaje "Estaciones de Isadora", una propuesta muy personal que hoy representa a las 20.30 horas en el espacio cultural municipal.

-Usted da vida a Isadora Duncan y también codirige el montaje.

-Se trata de un proyecto muy personal que nació de mí a raíz de leer la biografía de la bailarina Isadora Duncan. Poco a poco, fue tomando forma a través de un equipo que creé y en el que estaba Hugo Pérez de la Pica que escribió los poemas y que también se animó a codirigirlo, dado que yo estaba también sobre el escenario y siempre es necesario tener una mirada desde fuera.

-¿Qué le sedujo de la biografía de la bailarina?

-La verdad es que me atrajeron muchas cosas de ella, de tal forma que cuando concluí la lectura del libro quise hacer algo con esta historia. Me puse a investigar su vida como artista, sus escritos sobre la danza y me embaucó la idea de dar visibilidad a una de esas personas que abren puertas, que aportan algo nuevo ya sea en el campo de la danza, como Isadora, como en el campo de las artes o de las ciencias. Gente que de pronto trae mensajes nuevos, nuevas maneras de hacer las cosas que rompen con lo establecido anteriormente, que son unos revolucionarios, me interesan mucho. Ese punto de vista entronca mucho con el espectáculo donde a través de ella ofrecemos un espectáculo muy poético, muy evocador en todos los sentidos.

-Explíquenos.

-No hay una acción dramática en sí, no hay una estructura dramática de monólogo con conflicto, sino que es poesía dramatiza. A partir del arte de Isadora Duncan, Hugo (Pérez de la Pica) ha creado unos poemas que van entrelazos con coreografías. El lenguaje poético casa muy bien con la danza. Se pasa de una manifestación artística a otra con gran facilidad y hasta hay momentos donde danzo y hablo. Es como un universo propio porque mi personaje se expresa de esa manera.

-La creación de ese universo ¿qué retos ha conllevado?

-No ha sido nada fácil a nivel técnico porque hay que estar muy preparado. Yo fui bailarina antes que actriz, pero bailé en mi juventud pues a los 19 años me metí de lleno en el teatro. Hacía muchos años que yo había aparcado la danza, por lo que hemos contado con una coreógrafa. Primeramente, vino Daniel Abreu, Premio Nacional de Danza, luego no pudo continuar en el proyecto porque tenía mucho trabajo y viajando por todo el mundo, por lo que prosiguió con nosotros una ayudante, Helena Berrozpe. Este papel a nivel físico ha sido y está siendo muy duro. Además, a nivel interpretativo también es duro porque requiere un estado emocional muy descarnado. Isadora vivía en un estado de ofrecimiento al mundo, sin máscaras. Además, estoy sola con un pianista, Mikhail Studyonov, pues la música es un personaje más. Sin duda, es un trabajo muy expuesto.

-Habla con pasión de la danza y de la interpretación, arte por el que finalmente se decantó.

-Llegué a la interpretación de manera totalmente vocacional. Pasé de la danza al teatro de una manera muy natural y muy joven. Di el paso porque empecé a leer teatro y en los libros encontré una riqueza que la danza no me daba en esos momentos. La danza es una manifestación artística que valoro y aprecio mucho, pero me sumergí en el mundo de la literatura y de los autores hasta el punto de que no me volví a poner las puntas nunca más hasta ahora. (risas).

-El trabajo que hoy pone en escena en el Principal ha sido uno de los ladrillos que ha ayudado a que su trayectoria fuera merecedora del premio Miguel Mihura.

-Efectivamente, un premio que hacía años que no se otorgaba y que se retomó con la suerte de que lo dieron a mí. Se me concedió por mis trabajos, entre ellos por "Estaciones de Isadora" que es un proyecto que sale de mí, que es mucho más personal que ser contrata.

-Con este montaje da paso a la dirección ¿le gusta?

-La verdad es que tenía ganas desde hace años. Ya cuando algo se convierte en una necesidad, hay que hacerlo. Los primeros pasos que di, fueron de búsqueda de alguien para que me dirigiera porque yo nunca había dirigido hasta que me di cuenta de que yo era capaz, sabía lo que quería contar y quería hacerlo yo. Es una faceta que voy a seguir desarrollando, de hecho, ya tengo varios textos y varias ideas en la mente para llevar a cabo en teatro, para estar nuevamente fuera. El teatro es muy especial, no eliges, sino que la vida te va llevando de proyecto en proyecto. A veces te llaman para un trabajo y hay que estar ahí. He hecho televisión, pero de una manera más esporádica. El teatro siempre ha estado ahí y no me falla.

-La Liga de Mujeres Profesionales del Teatro ha lanzado un manifiesto contra el acoso que ya cuenta con el apoyo más de 1.000 firmas. ¿Qué le parece?

-Todavía no he tenido tiempo de leer el texto, pero lo apoyo porque vivimos una etapa en la que todo se está desenmascarando. Necesitamos transparencia y que se sepa cómo suceden las cosas. Me parece fenomenal que se destapen las cosas y que se denuncie porque no se puede permitir ningún tipo de acoso. Yo gracias a Dios no he vivido el acoso en mis carnes, pero sí he notado que cuesta más hacer las cosas.

-Las actrices lo tienen complicado para protagonizar obras, dado que no se escriben papeles protagonistas femeninos. ¿Lo tienen también más complicado las mujeres a la hora de afrontar la dirección?

-Por el hecho de ser mujer hay que trabajar más, hay que pelear más también en el teatro. Por ejemplo, para este montaje he tenido que estar peleando permanentemente porque siento que a las mujeres no nos lo ponen fácil en el mundo del arte. Es muy triste que todavía en el siglo XXI hablemos de esto, pero las mujeres lo tienen muy difícil y es una cuestión de igualdad. No se puede tolerar que una mujer cobre menos que un hombre por el mismo trabajo o que estemos totalmente desamparadas en las maternidades, como a mí me ha pasado, o se vea un embarazo como una enfermedad. A las mujeres nos corresponde estar muy unidas y dar visibilidad porque la feminidad es una realidad y el hombre tiene miedo a esa fuerza.