"Ahora hay producciones de 4.000 y de 1.000 kilos en una corta diferencia de tiempo mientras que antes esta variabilidad era menor, había producciones de 3.000 y de 2.000. Entonces, no se puede pensar en obtener una agricultura de 4.000 porque el año que dé 1.000 es una ruina", zanjaba Lacasta. El ingeniero técnico agrícola ejemplificaba de este modo la inestabilidad productiva del cultivo convencional derivada a su vez de la variabilidad meteorológica. En este sentido, Lacasta señalaba como principal argumento de la agricultura ecológica la reducción de costes. "Cuando haces números, la agricultura convencional desde el punto de vista económico empieza a ser inviable y la agricultura ecológica disminuye los costes de productos exógenos que se introducen en el sistema como son fertilizantes y agroquímicos", argüía advirtiendo de las "inversiones de riesgo" en cultivo tradicional y aludiendo al "reciclaje" de nutrientes. En la misma línea, Dutoit instaba a la Administración a reconocer el cambio climático y a "preparar a los agricultores a un nuevo modelo de producción que además sería una salida: como a los otros países de Europa les cuesta mucho más producir porque aquí se recicla (no se necesita energía exógena), la agricultura ecológica sería nuestro nicho de mercado".