El barítono venezolano Pedro Carrillo actúa hoy en el Teatro Principal. Este venezolano forma parte del reparto de la ópera "L´ elisir d´amore".

-Regresa a Zamora con una ópera de Donizetti.

-"L´ elisir d´amore" es una ópera de repertorio que hago desde hace muchos años y que me gusta retomar cada cierto tiempo porque me divierto mucho con ella y porque es una de las pocas óperas donde nadie muere (risas). Mi rol es uno de los pocos personajes donde por mi voz, me puedo divertir porque es caricaturesco. Mi papel me permite mostrar una faceta más del cantante lírico, la de actor cómico. Es una comedia tan fresca, tan bien escrita así como inocente, lo que para un cantante lírico supone un verdadero placer. Además, la música es bellísima, muy buena para cantar, y muy accesible para el público.

-Y se trata de uno de los títulos más representados.

-Sí es una de las comedias dentro de las óperas más representadas porque tiene una de las arias más bella que interpreta el tenor y la historia está muy bien engarzada. Es una constante fiesta, tiene momentos románticos y al final el público se va feliz a su casa.

-De la mano de Concerlírica esta ópera recorre España y acerca la lírica a las pequeñas provincias.

-Siempre que realizamos una gira por España recalamos en Zamora. En el Teatro Principal el público siempre nos acoge muy bien. Es la quinta vez que actúo en Zamora y puedo decir que el público de la ciudad es un conocedor y exigente. Siempre es un compromiso venir a Zamora porque, aunque es un teatro pequeño, hay que esforzarse. Tengo muy bellos recuerdos tras mis visitas con "Rigoletto" y "Otelo". Si tú das lo máximo sobre el escenario, lo reconocen y sino, también lo detecta. Además, Zamora es un termómetro para nosotros de cómo está yendo la producción. Hay públicos más difíciles, otros más tímidos... pero el de Zamora te hace entender cómo está recibiendo el espectáculo y eso siempre es un reto.

-Usted viene en un papel de barítono, pero ¿siempre ha sido esa voz?

-No. Hay personas a las que de inmediato le reconocen su tipología vocal, pero en mi caso yo empecé a estudiar canto muy joven, con 16 años, por lo que me calificaron como tenor y trabajé varios años con esa voz. Afortunadamente, me encontré con una profesora que me indicó que era un barítono joven y me precisó que mi voz tenía que madurar y que, con el tiempo, haría un repertorio más dramático. La evolución ha ido en esta línea, pero no destierro papeles como el de este militar en "El elixir de amor" porque este papel es salud para el cantante.

-¿Por qué?

-Porque son papeles que están muy bien escritos vocalmente. A veces cuando es un repertorio más pesado te obliga a forzar el instrumento o puedes cansarte, pero papeles como este son como ir al fisioterapeuta (risas). Las sensaciones que tienes al estar en el escenario es que realmente participas en una fiesta con amigos. El elenco es internacional y lo integran grandes profesionales que hemos creado un equipo muy hermoso y eso lo siente el público. Cuando te diviertes sobre el escenario, la gente lo siente y se acerca a la ópera.

-Y rompen con ciertos prejuicios todavía existentes sobre el bel canto.

-Efectivamente. La ópera es mucho más accesible de lo que la gente cree y la que realizamos en Zamora es muy recomendable para quien nunca ha asistido a una ópera. Es un espectáculo muy hermoso que lamentablemente ha adquirido la pátina de elitismo cuando nace como una propuesta pensada para el público general y que cuenta con obras estrenadas hace más de un siglo.

-¿Cuál es la clave para que, tras tantos años, sigan vigentes?

-Para mí la clave es la música. Las melodías de la ópera son inmortales. Te puedes pasar días canturreando melodías de "L´ elisir d´amore" lo que alimenta el alma de las personas. La música moderna son ritmo frente a la ópera que permite volver a sentir una melodía que conecta con el alma. Cuando la gente descubre la ópera, descubre las melodías que son necesarias en la complicada vida actual. Quienes escribieron estas óperas hace más de cien años entendieron algo muy especial a través de la música y de las palabras, pues no olvidemos que las óperas nacen como poesía cantada. La belleza no puede morir. La ópera es una obra por y para la belleza y nuestra misión es mantenerla viva y a un alto nivel.

-¿Cómo contribuye usted a este mantenimiento?

-Estudiando día a día. Es un trabajo constante en el que no podemos decir que todo está hecho. Lo hacemos una noche y al día siguiente hay que volver a empezar. El cuerpo cambia, la voz cambia y tienes que estar siempre actualizándote. No podemos jamás dejar de entrenarnos.

-Con el paso de los años su voz de barítono ha ido variando, cada vez asume papeles más dramáticos. ¿Qué retos tiene por delante?

-Mi próximo reto es "Macbeth" de Verdi, basado en la novela de Shakespeare. Es uno de los roles dramáticos más importantes por su dificultad y por lo largo que es. Requiere mucha resistencia física y mucha resistencia emocional. Ya me estoy preparando físicamente, de hecho, comencé un plan de ejercicio más serio en verano porque necesito estar preparado de otra forma. Yo también hago "Rigoletto" y ya estoy preparando para esa ópera, pero "Macbeth" es como dos "Rigoletto" juntos. Para mí llegar a participar en esta ópera es una realización porque cuando uno comienza, sueña con determinados roles y he tenido la suerte de poco a poco ir realizándolos. Es importante no forzar las cosas, los papeles llegan cuando estás preparado. Tienes que tener una madurez musical y vital para encarar ciertos papeles. En mi caso "Rigoletto" creo que lo hice demasiado pronto, pues tras ser padre lo he interpretado de otra manera.

-El cantante lírico ¿tiene que ser vocacional?

-Sí, sin duda. Mi historia de amor con la música comenzó con unos doce años cuando vi la retransmisión en televisión de la ópera "La Gioconda " con Pavarotti. Recuerdo que les dije a mis padres que quería ser cantante de ópera, lo que en mi Venezuela natal en esos momentos era como decir quiero ser astronauta. Era un sueño imposible, pues había muy poco campo para formarme. Casualmente mi abuelo fue barítono aunque tuvo que abandonar su afición y mi abuela fue pianista y ella también tuvo que dejar su trayectoria. En mi familia, sin duda, existía cierta sensibilidad hacia la música.

-¿Ese ambiente familiar influyó en que su temprana vocación se materializara?

-Sí porque mi abuelo prácticamente fue el que me formó. Me pasaba semanas en su casa escuchando ópera y creo que allí es donde realmente nací como artista. Además, cuando yo era niño era obligatorio estudiar música y creo que esta preparación es fundamental en la formación integral de la persona, pero sin este apoyo de mi abuelo mi vocación hubiera sido diferente. Esta profesión me ha hecho abandonar hasta mi país y tener mi residencia fijada en Italia desde hace diez años, aunque me trasladé para tres meses para formarme.