"Fue una cacicada, pero benefició a su tierra". El arquitecto zamorano Francisco Javier Rodríguez Méndez aplaude la placa conmemorativa habilitada a la salida del Puente de Piedra con el nombre de Federico Requejo, ilustre político de principios del siglo XX que consiguió atraer las inversiones necesarias -y, a priori, imposibles, porque tras la construcción del puente de hierro el de piedra había pasado a pertenecer a una carrera de tercer orden- para mantener el viaducto en pie. "Se hizo una tremenda obra en la que se tiraron las torres, pero se consolidó el puente y prácticamente ha llegado a nuestros días en las mismas condiciones. El proyecto de 1905 dejó solo en pie las bóvedas de los arcos y las pilas, pero arrasó con los tímpanos y el tablero", describe.

Rodríguez Méndez, profesor de la Escuela Politécnica de Zamora, -y autor, junto con el también arquitecto Francisco Somoza del estudio director del Puente de Piedra- participó ayer en el ciclo de conferencias CulturAlcampus con su charla sobre el pasado, presente y futuro de esta infraestructura medieval, que fue construida en 1230. "Alfonso IX dotó de este puente a la ciudad por los méritos de los soldados zamoranos en la batalla de Mérida contra los árabes", reveló a los asistentes a la charla.

Otras de las singularidades que contó sobre este símbolo de la ciudad fue que las torres originales "se demolieron porque el 100% de los zamoranos así lo quería, era un clamor popular". Y es que a principios del siglo XX se las consideraba un obstáculo para la modernidad, por la imposibilidad de que por allí pasara el tráfico rodado. "Es bueno tener eso en cuenta, porque solemos entender la historia desde nuestra perspectiva, y esta cambia continuamente", aconsejó.

Sobre el devenir del viaducto, el experto confió en que "poco a poco" se puedan realizar las cinco propuestas que se contemplan en el estudio director, desde las reparaciones urgentes y la sustitución del pavimento hasta las recuperación de las torres "para la recuperación de su imagen en la medida de lo posible. Nada nos gustaría más tanto a Somoza como a mí que en nuestra vida profesional pudiéramos volver a ver esas torres, aunque es un deseo que no depende de nosotros", reconoció.