Era conocido en la Zamora de los años 30 como "el padre". Nicolás Alonso López, natural de la localidad vallisoletana de Villasexmir -en aquella época se le denominada Villa-Sesmill- podía presumir de haber concebido un total de 34 hijos con las dos zamoranas con la que estuvo casado, la segunda tras enviudar, cuando se trasladó a la capital para vivir con unos tíos carnales.

Parte de su biografía queda escrita para la posteridad gracias a la entrevista que desde las páginas del Heraldo de Zamora se pudo leer en febrero de 1938. Fue el protagonista de la sección "Tipos de Zamora" y bajo el título "Un recordman de la multiplicación" el periodista se acerca a la figura de este zamorano de adopción, al que describe como "un hombre nada vulgar, que mide un metro ochocientos, es flaco y los años le han curvado su esqueleto. Una manta de algodón a cuadros y una boina son las dos notas salientes de la indumentaria de este hombre que nació en el siglo XIX".

Contaba el vallisoletano con 66 años cuando se realizó esta singular entrevista, en la que no tuvo reparos para contar su azarosa vida. A los 15 años ingresó en la orden de los Dominicos de Ocaña, en Toledo, comunidad en la que permaneció tres años para trasladarse al convento de los franciscanos en Toledo capital. "Allí me sorprendió la edad de quintas, o sea los 21 años", rememoraba.

Sin embargo, a pesar de esos inicios de la mano de la Iglesia, finalmente colgó los hábitos. "En la caja de recluta de Valladolid me declararon excedente de cupo. Como la regia monacal por la que se rigen las comunidades religiosas me permitía estar ausente un año del convento, sin perder derecho alguno, decidí disfrutar ese tiempo en compañía de unos tíos carnales que vivían en Zamora", argumenta.

Y fue en la capital donde encontró el amor. Primero con una muchacha sayaguesa con la que contrajo matrimonio meses después y con la que tuvo 22 hijos. Al año de enviudar volvió a casarse y añadir una docena de vástagos más a su extensa familia, aunque finalmente solo nueve de ellos llegaron a la edad adulta.

Además de hojalatero, este miembro del sindicato Círculo Católico ejerció de guardia municipal nocturno durante 17 años. "De mi empleo como sereno me despidieron hace año y medio", apuntaba, sin saber las causas concretas. "Yo las ignoro, algún malquerer. Los amigos me aconsejan que pida audiencia al señor alcalde, persona que según me dicen es muy buena", señalaba, mostrando también su preocupación por el empleo perdido, como les ocurrió a otros tantos funcionarios públicos en Zamora durante esos años debido a su postura política. "Lo único que siento en el alma, ahora que soy un anciano, es que la mujer y los hijos no disfruten de la viudedad que en su día les corresponda", lamentaba.

Deja también el periodista constancia del cariño que los parroquianos del bar donde tuvo lugar el encuentro -"una popular cantina de la ciudad", apunta- manifestaron tras preguntarle por las causas de su despido. "Algunas de las personas que asisten al interrogatorio me abordan y, entre mil protestas, me dicen que haga constar en este trabajo las manifestaciones de Nicolás Alonso López, con el fin de que nuestro dilecto y dignísimo alcalde, don R. Chamorro, aclare las causas que hayan motivado el cese del empleado municipal de referencia", declara, obediente a la petición popular durante su entrevista.

Restablecer la memoria

Un grupo de descendientes del señor Alonso López -su sobrina, junto a varias nietas y biznietas- acudió esta semana al Ayuntamiento de Zamora, donde el alcalde de la ciudad, Francisco Guarido, le hizo entrega del certificado que acredita la Declaración de Reparación y Reconocimiento Personal. Da la casualidad de que estas personas también son familia de Felipe Macías Ferrero, también víctima de la depuración del régimen franquista, al que también se rindió homenaje en este encuentro en el consistorio. Una manera, aunque muchas décadas después, de restablecer la dignidad y memoria de sus antepasados.