"Las amígdalas de mis amígdalas son mis amígdalas" es el espectáculo que el cómico y mago Luis Piedrahita ofrece hoy en el Teatro Ramos Carrión. Se trata de una de las obras más ingeniosas, brillantes y poéticas del siglo XXI, según el autor, que es también guionista.

-¿A usted le afecta el síndrome postvacacional?

-No mucho. Hay mucha gente que sí lo sufre y lo entiendo. En estos tiempos y en este país el trabajo es una bendición del cielo, pero en la Biblia el trabajo viene descrito como un castigo. Adán y Eva hicieron cosas de humanos, Dios se enfadó mucho y ya conocemos el resto: "ganarás el pan con el sudor de tu frente". El hecho de que tanta gente sufra síndrome postvacacional es la demostración de que el trabajo es un castigo. A la gran mayoría se le hace cuesta arriba volver al trabajo. Sin embargo, yo disfruto mucho con lo que hago y espero con deseo el momento de volver a subirme a un escenario.

-Ha dicho que este espectáculo "Las amígdalas de mis amígdalas son mis amígdalas" es una de las obras más ingeniosas, brillantes y poéticas del siglo XXI, ¿por qué?

-Porque a mí me encanta. Me sonrojo como una colegiala enamorada cada vez que me preguntan por él. Ha salido de mis entrañas y es como mi hijo. ¿Qué padre no ve a su hijo como el más hermoso de la creación? Aunque yo sea el que tiene la custodia del crío, quiero mencionar aquí a algunos vicepadres de esta criatura. Por primera vez quise contar con la ayuda de alguien que, viéndolo desde fuera, pudiera aportar más potencia al texto. Aquí entraron amigos y guionistas. como J.J. Vaquero y el gran Rodrigo Sopeña, gran amigo y gran guionista, ha sido un aliado excepcional a la hora de construir las gracias de este show.

-¿Qué se va a encontrar el público?

-Un monólogo de risa, de mucha risa. De hecho, se recomienda venir orinado de casa para no tener un incidente en las butacas. Dicen que la risa rejuvenece y es cierto. He visto a señores reírse tanto que, en pleno show, se volvían a meter en el útero materno.

-¿Por qué las amígdalas?

-El espectáculo tiene ese título porque las amígdalas son la parte del cuerpo que el público enseña cuando se ríe. Cuando el respetable se ve poseído por las carcajadas, yo veo sus laringes desde el escenario. Veo un jardín florido de rosadas amígdalas que considero amigas. Pero en el espectáculo no se habla de amígdalas en ningún momento. Hay que avisarlo porque muchos asisten solo por si hay chistes sobre tejido linfoide y no quiero que se lleven a engaño.

-¿Se considera más un mago o un humorista?

-Ambas actividades son complementarias. Mi pasión por la magia enriquece un poquito mi humor y mi pasión por el humor hace mi magia un poco más divertida. Me gusta que la magia sea divertida y que el humor sea mágico. Gracias a Dios no hay que elegir.

-¿Están los monólogos de moda? ¿Es un género que cada vez se innova y se renueva más el producto y tiene más aceptación?

-No creo que sea una moda. El fenómeno se popularizó allá por el año 1999 con los comienzos de "El Club de la Comedia" y "Paramount Comedy" y ha gozado de buena salud desde entonces. Hay monologuistas que aparecen y desaparecen y hay monologuistas que permanecen. Esos que permanecen, lo consiguen gracias a ir innovando poco a poco y haciendo las cosas cada vez mejor. Vamos, como cualquier profesional.

-En este espectáculo da un papel muy importante al público con su participación. ¿Es un riesgo que parta de la base de que se van a involucrar siempre? ¿Teme que un público que no acompañe mucho pueda "chafar" el número?

-Me gusta escuchar al público y hacer un espectáculo a medida cada noche. El público suele participar mucho ya que, para que estén relajados, cuando me dirijo a ellos no me dirijo a nadie en concreto -eso último puede hacer que se sientan cohibidos, o intimidados-. Cuando pido su participación, pregunto al público en general y ellos responden a grito pelado desde el patio de butacas. Si no participan, no pasa nada. Pero si participan es mucho más divertido.

-¿Se puede ser cómico siendo una persona tímida y vergonzosa?

-Creo que sí. Conozco algunos cómicos muy tímidos? que me han pedido que no revele sus nombres.

-¿Ha llegado a sentir alguna vez que hacía el ridículo sobre el escenario?

-No. Nunca me he sentido así. Me gusta lo que cuento y deseo que llegué el momento de contarlo. Me siento muy seguro y estoy orgulloso de mi material. Creo en él. Eso no quita que alguien desde el patio de butacas pueda pensar que estoy haciendo un ridículo espantoso.

-¿Está todo inventado en el humor? ¿Qué echa de menos en los espectáculos cómicos?

-No está todo inventado, ni mucho menos. Constantemente se ven nuevas propuestas y viejas propuestas excelentemente renovadas. Echo de menos un poco de poesía en el humor. Ese humor que hacían Chaplin, Fellini, Berlanga? Un humor tierno, bello, imaginativo, elegante, cuidado, surrealista? Ese es el más difícil, por eso no abunda.

-De no haber sido humorista, monologuista y mago, que no es poco, ¿a qué le hubiera gustado dedicarse?

-De pequeño quería ser inventor. "¿Inventor de qué?", me preguntaban mis padres. "De inventos", les respondía yo. Después quise ser médico, pero a los 16 años descubrí que si veo sangre me desmayo. La "desmayabilidad" es una virtud de la que se puede sacar más provecho siendo humorista.