Azahara Ramos

"Transmitir el valor de la igualdad, pero a la vez hacer ver que no importa la diferencia", es la base del taller "5+5= Dos manos. Con ellas trabajamos", que se desarrolla en el Museo Etnográfico desde ayer hasta el próximo 19 de agosto, todas la mañanas de 11.30 a 13.30 horas. En él se unen aprendizaje y creatividad y está pensado para personas en edades comprendidas entre los cuatro y los siete años.

Profesora en la Escuela de Arte, escritora e ilustradora de cuentos infantiles, Alba Bartolomé Regalado es quien se encarga de impartir la actividad, que consiste en hacer a los más pequeños "darse cuenta de que a partir de objetos cotidianos que normalmente acaban en la basura, como cartones, es posible crear y pasarlo bien", señala. Al igual que en el resto de talleres que realiza con niños, su objetivo es despertar la creatividad de estos.

Así como cada uno de los cinco dedos es singular y a pesar de ello todos son necesarios, en el mundo hay cinco continentes distintos cuyas particularidades hacen único a cada sitio y entre todos forman un mundo. Bajo esta máxima, el desarrollo de la actividad abordará la realización de un disfraz de un animal procedente de cada parte del mundo para los diferentes dedos de la mano, además de la creación de un fondo que refleje cómo es el lugar al que hacen referencia, desde el mar hasta el desierto. La disposición de la tarea no solo está pensada como decoración, sino que también permite que los más pequeños puedan interactuar con sus extremidades.

El aprendizaje que transmite la actividad es muy completo, desde los nombres de los continentes hasta los animales que pueblan cada uno de ellos y sus formas. A partir de lo que tienen alrededor, como objetos cotidianos, aprenden a crear y juegan. Además, pueden añadir su punto de vista individual o aportar su propia versión, "es importante que sepan ver otra aplicación posible de elementos que podrían pasar desapercibidos, dar una vuelta de tuerca para crear algo propio de cada uno", comenta la profesora. El notable interés que han mostrado los niños en su participación tiene mucho que ver con esa idea. "Una vez que saben cómo es cada cosa, pueden trasladar su imaginación a la invención de una forma nueva. Lo pasan bien porque se sienten libres creativamente, pero a la vez aprenden nuevos aspectos", añade.

La actividad tiene unas pautas a la hora de transmitir el aprendizaje que ayudan a los pequeños a descubrir los nombres de lugares, animales u objetos, sin embargo los asistentes tienen libertad de imaginación. "La creatividad es lo que mueve el mundo y lo que provoca la curiosidad en las personas, por eso es el valor más relevante que transmite el taller, y lleva a los más jóvenes a despertarles el ser resolutivo y a ser capaces de realizar investigaciones o dedicarse a la ciencia en el futuro, también a las artes plásticas, rama a la que más se asocia el tema del ingenio, pero que no solo es exclusivo de esta", apunta Bartolomé.

Otro objetivo de la docente es "enseñar a los niños a perder el miedo a realizar cosas nuevas, que descubran que tienen dos manos para que una ayude a la otra cuando no es capaz de hacer algo, y que eso puede dar lugar a grandes obras", relata. El taller puede dar lugar a una apertura en las mentes desde edades muy tempranas, y a mantener lo aprendido, puesto que no acaba el último día de su realización, sino que los niños tienen la posibilidad de llevarse sus trabajos a sus casas y utilizarlos allí para jugar e inventar conforme conocen más el mundo.