¿Quién le pone precio a la dignidad?, ¿cómo se pagan las noches sin dormir, la angustia? "Solo me quería morir". Ella sí que ha pagado un precio altísimo, "solo quería desaparecer, me pasaba el día llorando", recuerda todavía temerosa. Aún no sabe si continúa activo el vídeo de contenido sexual que se grabó sin su consentimiento y su autor difundió por WhatsApp a sus colegas del equipo deportivo. Imágenes que fueron de mano en mano, de macho en macho, y que quizás todavía alguno conserve porque la víctima, una joven de 28 años, no logró recuperarlo para que la Policía Nacional lo destruyera

Aquel gesto execrable, condenado por una juez, tras admitir el joven el delito, estigmatizó no solo socialmente a la víctima, que sufrió el acoso por WhatsApp de alguno de los amigos del acusado, al que "denuncié por miedo", sino psicológicamente. "Mira, hoy ya estaba nerviosísima porque había quedado contigo para contarte todo y recordarlo".

Su salud todavía no está recuperada del todo, tras dos años de terapia psicológica, todavía no ha dejado el tratamiento para combatir la depresión y la ansiedad que le generó esta terrible experiencia que ha marcado su relación con los hombres y que no está segura de poder superar. Todavía le pesa como una losa la incertidumbre: "cada vez que me mira un chico, me pregunto si lo hará porque ha visto el vídeo de la felación o porque le gusto". Sin duda, ella se ha llevado la peor parte.

El condenado, un joven de 21 años, de iniciales P.H.D., se libró de entrar en prisión al alcanzar un acuerdo con el que ella estuvo conforme porque "quería quitarme esto de encima cuanto antes, pasar por el juicio era muy duro, recordar todo me produce de nuevo estrés, como ahora, al hablar contigo".

El acuerdo dejó la condena por un delito contra la intimidad de la víctima en un año de prisión, una multa de 540 euros y una indemnización de 7.750 euros por los daños morales causados a la víctima, por "el menoscabo de la integridad moral de la ofendida", dice textualmente la sentencia del Juzgado de lo Penal. Un dinero "que no he sido capaz de tocar porque para mí está manchado", le remite a un episodio que ni siquiera logra recordar porque aquella madrugada del 25 de mayo de 2015 iba borracha y cometió el gravísimo error de confiar en un joven con el que llevaba toda la madrugada de copas. Se gustaron y terminaron en el baño de un establecimiento nocturno, ella haciéndole una felación. Él, "aprovechando" el momento, "la grabó con el teléfono móvil sin su consentimiento y publicó el vídeo en el grupo de WhatsApp" de su equipo deportivo, dice textualmente la sentencia del Juzgado de lo Penal.

La juez agrega que "como consecuencia" la joven "sufrió un trastorno adaptativo, reacción con predominio de ansiedad y otras emociones que tardaron en sanar 222 días" que le han dejado unas secuelas valoradas por los forenses en un punto.

La víctima explica que "no recuerdo nada, había bebido muchísimo esa noche. Solo recuerdo que fui al baño y él me acompañó, tengo algún flash de liarme con él, pero no del acto de la felación", explica, incluso él le acompañó a casa y "nos enrollamos". La relación continuó con normalidad, como nuevos amigos, hasta que otro joven al que le había llegado la noticia de las imágenes le cuenta que existe el vídeo y que lo han difundido. "Al principio, como no era consciente de que hubiera hecho la felación, no me lo creí". Pero su amigo insistió, se lo habían dicho a ciencia cierta. Ahí comenzó a sentirse aterrada, trató por todos los medios de conseguir que el joven admitiera que la había grabado, "pero llegó a decirme que no era yo, que era otra chica". Hasta que, a base de hablar con otros chicos del círculo deportivo del acusado, consiguió que se lo confirmara. Ante la negativa a entregarle el vídeo, "el 17 de julio de 2015 denuncié en la Comisaría de Zamora".

Todavía está obsesionada con encontrar la grabación para conseguir que se elimine de algún modo porque le perseguirá siempre. "Si mañana salgo con un chico, tendrá que contarle todo esto y eso me produce angustia".