"El contacto con los niños es verme de nuevo de niño a mí mismo. Es acercarme al recuerdo de que dibujaba muy bien y que estaba todo el día con los lapiceros" testimonia el escultor José Luis Alonso Coomonte quien ayer volvió a ejercer la docencia durante unas horas. Sin embargo sus alumnos tenían menos años que en su época de docente universitario. Y es que el creador impartió ayer un taller en el Museo de Zamora a una docena de niños de entre 5 y 12 años.

El escultor les adentró en el mundo del dibujo mediante la realización de un mural colaborativo, que superaba los cuatro metros de longitud. Con rotuladores, entre otros materiales, los más altos dibujaron las nubes y pájaros, mientras que los más pequeños se encargaron de las plantas que poblaron la parte inferior del papel. "Les propuse hacer nubes con alas porque luego, a modo de cuento, les he dicho que tenían que sostenerse de alguna manera. Ellos ahora no han entendido este guiño de surrealismo pero estoy seguro que cuando sean mayores recordarán que un día tuvieron a un profesor que les hizo hacer este tipo de dibujos", comenta el artista que dio pautas "únicamente" a sus jóvenes pupilos. "A los niños hay que guiarles con libertad, porque si hacen una cosa y dicen que es un tren, hay que respetarlo", subraya Coomonte quien también compartió con los menores otra de sus facetas artísticas: la narración. "Yo quiero ser cultivador de cultura", esgrime y prosigue: "Cuando la cultura crea un vacío ese lugar lo ocupa la vulgaridad y hay que dejar de ser vulgar. El acercar a los niños al mundo del arte desde muy pequeños les puede ayudar a no caer en ella", remarca el escultor que agasajó a cada niño un colgante efectuado por él con una cuchara.

El grupo, además del mural y dibujos individuales, también visitó la sala de exposiciones del Provincial donde se exhiben más de 200 dibujos de Coomonte. Una muestra que encandiló a más de uno por la diversidad de temáticas o el colorido. "Es una exposición muy divertida, con dibujos desde que tenía 12 hasta los 85 años, y nos ha dicho que tenemos que llevar a la mano lo que piensa nuestra imaginación", aporta el niño Néstor Carbonel de 9 años, quien sentencia "ha estado guay", mientras que otro compañero de taller menciona: "Es el autor de La Farola y de muchas cosas más, ¡tenía que tener su propio museo!", comentario que le provoca una sonrisa a Coomonte quien hasta recibe un retrato de una de las asistentes al concluir la actividad.